Rómpeme.
Quítame.
Desármame.
Enjuágame.
Báñame.
Elúdeme.
Tira de mí. Fuerte de mí.
Traspasando todo mi ser religioso,
Que me impide ser más que este ser,
Santo y mitológico
Que debes en cuando le enseña las tetas
Al viento, por ello:
.
Rómpeme.
Quítame.
Embriágame.
Denúnciame.
Colápsame.
Para que, al hacerlo, rompa todo ese tabú,
de mi propio ser sexual enmarañada.
Animalizada que a veces,
En noches como esta me haces enterrar
Todos aquellos prejuicios que tengo
Acerca de ti. Por ello:
Exíliame.
Expúlsame,
Siémbrame,
Cómeme,
Secretamente, en silencio.
En total y absoluta entrega de mi propia,
Lúgubre morbidez,
Que a veces se quita los zapatos,
Y se pone negligés que nadie ve,
Por ello:
Tómame.
Concíliame,
Escudríñame,
Devórame.
Indiscriminadamente, hasta volverme ese incienso que emana,
libre.
Tan libre que no pesa, que no se culpa, que no se golpea el pecho,
que no se arrepiente, cuando besa, ama o se entrega. Por esto:
Tócame.
Siénteme.
Enséñame.
Penétrame.
Suavemente, manipulando todo mi ser, como una maquinaria perfecta
de placer y sensualidad que se desviste desde adentro hacia ti.
Y en orden perfecto de despojarme de toda esa
Religiosidad
Límpiame,
Enváiname,
Succióname.
Crucifícame en esta pasión desmedida,
que abre las puertas de mi propio convento y esta noche
se entrega a ti.
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