Segundos a la deriva, minutos que rompen en la costa del tiempo. Horas que se escapan y se confunden con la bruma que todo lo cubre.
Momentos que duelen.
Pero tú te mantienes impávido, contemplando el devenir de tu todo desde el faro —frágil refugio del ser.
.
Oasis en mitad del desierto,
calor en los fríos inviernos.
La luz hacia donde corres a refugiarte
cuando surgen tus tormentas.
.
Y que los miedos jueguen en rededor, que nada te harán mientras estés ahí.
A salvo de todo.
Hasta de ti.
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