El día comienza,
Cuando la noche se aleja.
Los pájaros que cantan,
Y las cocinas se prenden
Con su llama ardiente.
El agua que fluye
De la cabeza a los pies,
Y fallece en el suelo
El vapor de una taza,
Que mis manos abraza
Y mis dedos se entrelazan,
Formando una coraza volcánica
Cuando el vapor se alza.
El tintineo de las llaves al moverlas
Se transforma en música mañanera,
De una u otra manera,
Todos las tocan aunque no quieran
Salir a fuera.
Pedalear sin fronteras,
Por la calle o las veredas
Que los frenos sean un adorno,
Que solo te detengan, para hidratarte
Y contemplar el horizonte.
O salir afuera
Sacando al perro a pasear sin la correa,
disfrutando de la libertad,
Orinando en cada vereda.
Y oliendo lo que por delante se le aparezca,
Mientras corre para sus energías agotar
Y después dormir sin parar.
La mañana que más alegra
Es la de fin de semana,
Te despiertas cuando tu cuerpo ya no quiere dormir más
Estirarte sin que las obligaciones te puedan controlar.
El despertador desaparece y también aprovecha de descansar
Hasta un nuevo día
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