De noches aclimatadas y con vida. en donde los escarabajos ruedan por la tierra pequeñas boñigas, y las arañas tejen el ultimo hilo de su telaraña mientras las ranas croan entre el canto de los sapos y los renacuajos nadan en el agua profunda de las charcas que almacenan el agua de riego para el tiempo de sequias, en noches esparcidas de estrellas y la luna brillante en lo alto.

En esos momentos en donde el duro trabajo se convierte en sueño tranquilo y sosegado por los deseos que bañan y se perfuman para irse a dormir, mi mente viaja, lejos.

Miro las montañas desde lo alto de la cabecera de mi cama queda a la pequeña ventana que extiende sus manos al infinito del cerro abierto por una cruz en las altura que mira como los ojos de Dios mira a un pueblo de labriegos, con esa paz de fe enjuagada con ganas de amanecer en tibio calor matinal, así la labranza es esperanza, el estiércol se esparce para la caminata larga de hombres y mujeres que con yunta en mano amansan las bestias de ojos cansados y sumisos que no repelan la larga jornada de abrir la tierra con fuerza de lomo de bestias.

Y yo ahí en la ensoñación de las cabañuelas y el destiempo, mirando las gotas de roció que aun escurren por mi ventana, como lágrimas de la virgen vendita de la ladera, así el páramo se vuelve vida eterna, las orugas machacan las hojas tiernas y las hormigas se forma en fila india una en el tejocote, que aún no da su flor, mientras que los duraznos floridos se llenan de frutos frescos y dulces y las tunas cubren el campo de color rojo Armenta carmesí. brillantes ante los ojos de las aves y los colibrís que alegres liban y comen de sus frutos.

Mi madre me llama el desayuno está listo, la salsa martajada sobre la mesa y el queso fresco de las vacas, frijoles recién machacados y yo con la masa en las manos haciendo las tortillas a mano. ¡Y he de acentuar! ¿Que? lo que más me gusta es ese olor a verde oscuridad que desprende el campo en amaneceres como este, en medio del fogón y el rojo candor del sol que se asoma con todo su fulgor por entre el monte del cerro prieto del pueblo y que me hace recordar tantas veces mi niñez, a mi padre, a mi abuelo y en si a este pueblo de páramos abiertos, de páramos cerrados, de cosechas, de labranzas, de ordeñas, de pastorales, de conejos, de caza y de siembra, de luminosidad.

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