El amor y lo absurdo. Leve ensayo sobre el amor.

El amor y lo absurdo. Leve ensayo sobre el amor.

Paco Cruz

24/06/2019

A quien yo sé.
Sin ti no habrían nacido estas ideas en mi.

Amor de mi vida, hablemos del amor. El amor es un concepto maravilloso que no pierde su vigencia; por amor se han hecho cosas grandiosas, algunas muy execrables, pero grandiosas. No nos ocuparemos aquí de esas cosas atroces que so pretexto del amor se han hecho, sino de intentar darle otra interpretación al amor.

No sé si lo has notado, pero a veces pareciera que necesitamos pretextos para amar y para justificar el amor así como buscamos pretextos para justificar todo lo que hacemos; incluso parece que somos incapaces de hacer algo, lo que sea, sólo porque sí. Para el amor encuentro dos pretextos que me parecen los más usados: uno es el tiempo que ha durado una relación -es común escuchar algo similar a: después de tanto tiempo juntos, es imposible que no te ame-; el segundo es el enamoramiento, a este lo usan como si el amor fuera la consecuencia y no la causa del mismo. Pues bien, en primer lugar digo que el amor es la causa del enamoramiento. Ante esto es necesario preguntarse si es posible amar sin estar enamorado y, en caso de serlo, tratar de imaginar cómo es ese amor.

No necesito imaginar nada pues el amor que manifesté contigo es ese tipo de amor, primero te amé y luego me enamoré de ti, este amor que me inspiras, del que hablo y digo que es causa del enamoramiento, es un amor absurdo, un amor injustificado y libre de todo pretexto que lo encadene, un amor de acción realizable y, por lo tanto, absurdo.

Para intentar explicar cómo es este amor absurdo del que te hablo, desarrollaré la idea de manera analítica apoyado en algunas citas que a mi parecer expresan bellamente lo que aquí quiero decir. Primero habrá que entender por separado al amor del que hablo, a lo absurdo y por qué lo separo del enamoramiento, para luego poder sintetizarlo y quede claro cómo es este amor que realicé contigo; pues el amor que me inspiraste no es una emoción, sino una acción absurda que se lleva a cabo en la cotidianidad y que te expondré en estas líneas que modestas se visten las ropas del ensayo.

Alguna vez me pregunté si te amaba, al no hallar razones que me dijeran que no, comencé a analizar las que me dijeran que sí; tampoco hallé ninguna, pero era indudable que algo, quizás el vértigo que causa saberse libre, me empujaba a elegir entre amarte o no amarte. Era libre para elegir amarte, para eso, para que pudiese elegir, era necesario que el amor fuese diferente a esa fuerte emoción que, tras el paso del tiempo, lo justifica, y distinto del estado de enamoramiento, entonces, qué era este amor sino una acción que podía elegir realizar, realizarla en la eternidad del aquí y el ahora, en la existencia absurda e injustificada; un amor absurdo, tan absurdo como toda la existencia. Esto es el amor del que te hablo, una acción que se realiza de manera absurda.

Pero, ¿qué es lo absurdo? Lo absurdo es lo injustificado, lo carente de toda esencia; lo absurdo es lo que es absolutamente libre de absolutamente todo. “Nada justifica la existencia porque lo que hoy existe y está ahí bien podría no existir” (Priani, E. 2009. p. 192). Esta cita, del libro Historia de las doctrinas filosóficas del Doctor Ernesto Priani, explica la existencia como algo absurdo porque nada la justifica; el amor que manifesté por ti fue absurdo porque nada justificó su existencia, pero tampoco había razones para no amarte, fue un amor absolutamente libre.

Así queda definido que el amor es una acción que se realiza absurdamente, pues ninguna acción está justificada.

Pero, ¿cómo es este amor? Usualmente se piensa que, tras unos meses de relación, una pareja se enamora y luego de sentirse enamorados, se aman. Pues bien, este amor que aquí expongo es lo contrario, de hecho, al ser una acción y no una emoción, es necesario que una pareja se ame y sólo después de amarse nace el estado de enamoramiento; “… el sentimiento se construye con actos que se realizan.” (Sartre, J. P. 2017. p. 33). Esta frase de Jean Paul Sartre pone clara la idea que intento probar, pero aún queda la duda de cómo es este amor. En realidad es, de las que he llegado a experimentar, la más sencilla y bella, este amor -como el que realicé contigo- se basa en el compartirse al ser amado, de darse a esa persona. De darme a ti. Platón (2018) en El banquete nos narra que Diotima cuenta a Sócrates que Eros, dios del amor, es hijo del dios Poros (de la abundancia) y de la diosa Penia (de la carencia), de él adquiere la capacidad de crear y de ella la de desear; uno ama lo que no tiene, la carencia no puede crear y en la abundancia no existe el deseo. Entonces, para crear al amor, para hacerlo, para amarse; deben compartirse al otro (así como Poros y Penia), pero el amor sólo se realiza cuando se da lo mejor de uno a la persona amada, lo mejor de cada quien no es otra cosa sino uno mismo, así, para realizar la acción de amar es necesario darse siempre al ser amado, darse y compartirse con esa persona, ¿compartirse qué? Compartirse todo, un libro, una idea, un momento; compartirse todo es necesario porque al compartirse, al darse a la persona amada, se elige amar. Pues bien, este amor que explico es como el de Poros y Penia, es compartirse para que nazca, para crear la fuerte emoción que sienten los que se aman; para que nazca el enamoramiento.

Pero no perdamos el hilo que llevamos, está dicho que el amor es una acción que sólo después de realizarse aparece, casi de manera inevitable, esa sensación de bienestar que solemos llamar enamoramiento, pero ¿por qué me empeño en separarlos? La respuesta es simple, para darle al amor más dignidad de la que recibe al ser un proceso químico en el cerebro; sólo en el absurdo de ser una acción recibe la dignidad de ser libre.

Para dejar más en claro la idea que en estas líneas he mostrado, te dejo aquí una cita de uno de los muchos poemas que al oído te leí: “Digo que no puede decirse el amor. El amor se come como un pan, se muerde como un labio, se bebe como un manantial. El amor duele como un callo, aturde como un panal…el amor no se dice con nada, ni con palabras ni con callar.” (Sabines, J. 2018. p. 132). En estas líneas de Jaime Sabines se expresa bellamente la idea del amor como una acción; el amor no se dice, el amor se practica constantemente desde las cosas más cotidianas (como tomar un café), siempre y cuando al hacerlo se comparta con el ser amado lo mejor de uno mismo de la mejor forma posible, hasta en cosas que no lo son tanto: imagínate a una bailarina que al estar en el escenario comparte con el público lo mejor de sí misma, se entrega a los espectadores y en ese momento ama a todos los presentes, les hace el amor, pues se entrega por completo, se da a ellos, a quienes la miran; ese acto es un acto de amor, es amor. Cuando termina, lo hace en cierto estado de éxtasis que es el resultado de haber amado. Este ejemplo sirve también para explicar que el enamoramiento, similar al estado de éxtasis con el que termina la bailarina, llega después de amar.

Ahora bien, tú ya no estás y te sigo amando, ahora ni me comparto contigo ni me doy a ti, pero te sigo amando, ¿no es esto una contradicción a la idea ya planteada? Ciertamente no lo es pues después de haber amado queda, como una inevitable consecuencia, una fuerte emoción, que es a la que comúnmente se le reconoce como ese amor a perpetuidad con el tiempo como justificación, aunque ciertamente es una forma de amor, no es el amor del que te hablan estas líneas; para mostrar mejor la diferencia entre el amor de acción y el que queda después de tu partida te diré un verso de Neruda: “Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.” (Neruda, P. 1995. p. 99). La primera parte de la cita (Ya no la quiero…) la entendemos como el amor de acción, al no estar aquí ya no puedo compartirme contigo, por lo tanto, ya no te amo; la segunda parte (…pero tal vez la quiero.) la entendemos como esa fuerte emoción que queda como resultado de haber amado.

Así es este amor que causa el enamoramiento, así es este amor que manifesté al estar contigo, así es el amor de acción, libre y absurdo.

Ha quedado entonces explicado este amor absurdo que me inspiraste, pero recapitulemos para sintetizarlo y quede aún más claro: el amor que aquí expreso es absurdo, lo absurdo es lo injustificado, lo libre; lo absurdo es libre de causas y de razones. Así es este amor del que te hablo. Al ser libre, está en la existencia y, como todo lo que está en la existencia, no es más que pura acción. El amor es una acción absurda.

El amor se practica constantemente en la cotidianidad al compartirse todo de la mejor forma posible, esta práctica amorosa tiene como resultado el enamoramiento y la fuerte emoción que queda cuando ya no se ama, pero que es una forma de amor. Entonces puedo decirte que sí, se puede amar, y de hecho así te amé, sin estar enamorado; ese amor es un amor libre y absurdo, un amor que se practica, que se realiza; es un amor de acción que tiene por consecuencia el enamoramiento.

Te pido no pienses que estas líneas que te he escrito son una justificación del amor que expreso por ti, ya he dicho que se trata de un amor libre e injustificable; estas líneas las escribí para ti sólo porque pienso que es importante darle al amor una interpretación diferente a la que estamos acostumbrados y lo es porque el amor de acción, el amor en general, siempre se está renovando, “El amor es la prórroga perpetua, siempre el paso siguiente, el otro, el otro.” (Sabines, J. 2018. p. 30), el por qué pienso eso del amor te lo contaré en otro ensayo; por ahora quedo satisfecho al ver tus ojos amorosos leer estas líneas con las que, una vez más, me doy y me comparto a ti. Al amor de mi vida.

Referencias:

Sartre, Jean Paul. (2017). El existencialismo es un humanismo. México: Editores Mexicanos Unidos.

Sabines, Jaime. (2018). Poesía amorosa. México: Planeta.

Neruda, Pablo. (1995). Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Cien sonetos de amor. España: Altaya.

Priani Saisó, Ernesto. López Martínez, Itzel. (2009). Historia de las doctrinas filosóficas. México: Prentice Hall.

Platón. (2018). Diálogos, el banquete. España: Gredos.

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