Experiencia

Experiencia

R. Angel

23/06/2019

Y ahí estábamos los dos, uno frente al otro, contemplándonos. Ninguno mencionó algo, estábamos inmersos en una parálisis total, el tiempo no caminaba, éramos solo ella y yo en un cuarto ajeno, yo, extasiado, me perdía en su mirada, sus largas pestañas que cubrían sus hermosos ojos color avellana, ella, me miraba fijamente, ruborizada, esas pequeñas pecas debajo de sus ojos, para mí, unas estrellas brillantes en mi anochecer. Despertamos antes de que el sol fuera testigo de lo traviesos que fuimos, la luna aun incrédula, se despedía. Todo lo que en mi vida había anhelado ocurrió en solo unas horas, un viaje imprevisto con una compañía perfecta, una aventura inusual. Aunque en mi interior sabia que este hermoso momento estaba apunto de terminar, me aferré a grabar en mi mente cada detalle. Sábanas blancas en el suelo, una cortina transparente que nos dejaba observar la ciudad desde el tercer piso. Una cama que recorrimos sin cesar, una televisión que fue testigo de nuestra locura y ella, la muestra perfecta de los sueños inalcanzables, un ángel en toda extensión de la palabra. Aún me veía, quizá adivinando mis pensamientos, pero sé, que jamás podrá imaginar lo que yo podría pensar de esa deidad. – Hola. Dijo rompiendo el silencio. Su melódico tono de voz me alejó de mis pensamientos a los cuales estaba sumiso. Sonreí un poco, y mencioné. – Te han dicho anteriormente, lo hermosa que te ves mientras duermes. Su reacción me enamoró. Sus mejillas poco a poco empezaron a ruborizarse, aún más y sonrió, mostrando sus brackets color azul cielo, los cuales resaltan en demasía su sonrisa angelical. – Me estuviste observando toda la noche. Preguntó. Desviando la mirada hacia el infinito, sonreí y dije en tono sarcástico. – Claro, no todos los días puedo contemplar a una princesa dormir junto a mí. Regresé la mirada hacia ella y lo único que pude observar, fue como se acercaba y colocaba sus manos por detrás de mi cabeza, sus deliciosos y carnosos labios rojos susurraban algo mientras se aproximaban a mi cara. Yo, volví a caer en un sueño hipnótico, imposible de creer. No podía moverme simplemente observaba cómo jugaba con mis mejillas, nariz y boca, serpenteaba por cada uno de ellos y sonreía con picardía. Mis ojos, por un tiempo indefinido se perdieron en el infinito, mientras ella susurraba palabras delicadas en mis oídos y besaba salvajemente mi cuello. Cuando regresé de ese viaje interestelar, nuestros labios se encontraron por primera vez. Una experiencia única e irrepetible. Un sueño al que nunca volveré, jamás.

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