«En el frigo bar de mi corazón he metido mis ideas, mis pensamientos amorosos sobre ti. Pero, sobre todo, he metido todos los poemas que te escribí. En el frigo bar de mi corazón congele todos los sentimientos que tu no quisiste de mí.»

Y te profese amor. El amor más profundo que te hubieras imaginado, el más loco de todos los amores innombrados, el más sublime todos y el menos interesado, el más profundo, el más soterrado.

Más tu no lo has deseado, ni querido, ni amado. Entonces lo metí en el congelador de mis sentidos ahí quedo guardado, debajo de las milanesas que congelé, debajo de los helados que apenas probé, debajo de los hielos que siguen ahí.

Ahí se quedó. Y ahora después de que ya paso un año, después de que he deseado no volverte a leer, no volverte a pensar, no volverte a sentir, me hablas cuando lo deseas, me usas cual papel, te enjuagas en mi sentir y quieres volver a revivir. Más como tú lo has expresado, lo nuestro, lo nuestro no fue amor, ni si quiera llego a ser, nada pudo ser.

Lo nuestro no existió, fue un existente más, porque no se puede dar un nosotros en el imaginario de un sólo ser, y las señales fueron infundadas y los deleites aplazados, y las horas fueron largas y terminaron así, congelando nuestro amor en un pequeño frigo bar que he diseñado para ti y sólo para ti. En el he metido todos tus escritos que no eran para mí, hay guarde todos tus poemas que no escribiste para mí y en el metí este sentir, que no quisiste de mí.

Ahora tomo mis maletas y dejo la habitación, ahí se queda el frigo bar con toda esa sensación, que se quede ahí congelado todo lo que no pudo ser, lo que no quiso ser, lo que entre escarcha y nieve se guardó para después. Que se quede ahí, ahí estará bien. Yo tomo mis maletas y pronto me iré, tierra nueva recorreré, amores nuevos encontrare y pronto te olvidare y de aquel frigo bar ni con el tiempo me acordare.

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