Esta carta es para usted ¡

El día de hoy no fue bueno, tampoco malo, un día normal sin mucho que contar de él, claro, aparte de mis ocurrencias, eso sí es distinto, me mantengo en el limbo que separa lo subjetivo de lo real, siempre caminando entre esa delgada cuerda tan frágil como mi silencio a la hora de seguir.

El día de hoy trate de compenetrarme con mi cama, imagine que ella me absorbía, que lentamente me trasformaba en un cadáver cubierto de musgo y volvía a pertenecer a la tierra, como un traspaso de vida, como un retorno a casa; al final no pude prolongar la abstracción, ya llevaba cerca de nueve horas en la cama y nuevamente comenzaba a oscurecer, el calor me gano y las cobijas desparramadas y contorsionadas por toda la cama y parte del suelo ya no me sedujeron, es más ni se inmutaron cunado trate de levantarme; pensé un poco las cosas, no había mucho allá afuera que me interesase lo suficiente como para levantarme y ver qué pasa, sin embargo el estar encerrado tanto tiempo también cansa, así que me atreví a explorar las osadas aventuras que encontraría en las próximas cuadras, al levantarme me di cuenta de que tenía el cabello algo alborotado, justo como me gusta, tome la chaqueta que estaba en el monto de ropa en la butaca, y sin ponerme zapatos, nada más que con mis sandalias de baño , Salí.

Las aceras estaban húmedas, cubiertas de una ligera llovizna, la típica llovizna tímida que perdura días enteros en esta ciudad, el mundo igual que siempre parecía distraído, las avenidas estaban a reventar y la gente con la que me topada tenía un afán ignominioso, solo sentía sus ligeros pasos y la rafa de viento que desplegaban a comparación de mi andar lento y pesado, no me aleje mucho de mi recinto, cuando ya me daban ganas de volver, efectivamente nada de lo que pasaba ahí afuera me atraía, me llenaba o por lo menos me interesaba; en la chaqueta tenia algunos billetes de bajo valor y algunas monedas provenientes de un regreso, así que entre en una tienda, con paciencia, sin afanes, el tendero me miro con cara recelosa, es cierto, lo admito, después de no afeitarme un par de meses, no tengo buena pinta, que digo no es que no tenga buena pinta, lo que pasa es que el mundo no sabe apreciar mi belleza; tenía la oportunidad de comprar cigarros, una cajetilla por lo menos o de lo contrario un par de cervezas, me decidí por ellas, hace tiempos que no bebía cerveza norteamericana, mi bolsillo casi no me lo permitía, en general, casi nunca disponía , pero me las ingeniaba para por lo menos subsistir, una enganchamiento injustificado hacia la vida, aun no logro encontrar una secuencia lógica que de razonar este sentimiento, esta intuición a no dejarse morir, claro, físicamente hablando, en cuestiones del alma, ese es otro cuento en el que no me quiero meter. En fin, camine con mis cervezas heladas hasta llegar a la casa, que digo casa, a mi cuarto de alquiler, un lugar húmedo, no muy estrecho ,pero si oscuro, ni una gota de luz penetraba en mi recinto, eso era lo que mantenía atado a él, claro está, además del precio , era de lo menos que se podía conseguir; toda la introducción anterior aunque no parezca congruente tiene un vínculo relacionado con usted, si con usted , no se asuste Amelí, cabe resaltar que deje claro que nada me interesa, le di a conocer mi imagen de anacoreta resignado a vivir en soledad, el apático escéptico rechazado y rechazador; y es cierto, nada de lo que está afuera me interesa , pero usted para mí no está afuera, por el contrario se encuentra muy adentro de mí, en especial de mis pensamientos, es como el toque secreto, el aliento siempre fresco de mujer, no se extrañe al pensar que una persona como yo tiene tales sentimientos, el hecho de que parezca la persona más básica y simple de este mundo no me priva de disfrutar de su presencia, el paraíso repentino y siempre eterno de sus ojos, de sus manos, de su cuello, sabrá que imaginarla es lo único que precede, un deleite para mí , invocar su nombre casi que con devoción inmaculada, con deleite de lunático y poeta, recuerdo la primera vez que la fortuna me sonrió y me sonrió con ganas atreves de usted, tal vez llanamente dirigida, pero en mi pensar fue solo para mí, seguramente pensara que me acelero y exagero el sentido de las cosas, la entiendo, pero ha de saber que la sensibilidad que demando y lo susceptible que soy a las mujeres, en especial las mujeres como usted, no es que sea deshonesto decir a campo abierto el hecho que sean más las mujeres que roben mis miradas, pero como lo dije al principio lo externo no me interesa más que cualquier banalidad , hay radica el hecho de que usted tenga el privilegio por atrevido que suene a gozar de mi plena vocación, porque es a usted a quien imagino y es a usted a quien le escribo; entenderé la confusión a la cual la estoy sometiendo con el sendero que estas soflamas trazan, y seguramente en su imaginación se pelearan la razón con lo dulces o simples que lleguen a ser estas palabras, es precisamente ese campo es el quiero asechar, ya como entenderá no soy la conveniencia total a simple vista ni aunque fuera de reojo, la entiendo, soy así y estoy totalmente enterado de eso, además logro comprender que la aceptación no es fácil si no viene acompañada de un aprobación socialmente acordada, algo aceptado dentro de los límites de la razón común, pero netamente acudo a la fluidez de mis palabras para ponerle a consideración mi situación , este medio me deja al descubierto, dese cuenta usted que me tiene desnudo ante sus ojos , sin pudores ni tapujos, las cartas están sobre la mesa, y usted tendrá la decisión, excúseme si no fui lo suficiente mente claro en esta carta como quise serlo, lo que pasa es que no me la llevo bien con el convencionalismo como usted sabrá, y me negué a la posibilidad de ser alguien corriente y mostrarme como ello ante usted porque para bien o para mal que más seguro sea lo último, no soy así, y por ende la opción de acercarme a invitarla a platicar de banalidades con la sola finalidad de darme a conocer de manera gradual no se me da por naturalidad, soy consciente de lo directo que estoy siendo y el filo que tienes mis palabras y hacia donde se quieren incrustar, es una verdadera hazaña esta batalla , tal vez solo para mí , pero no importa, lo tenía que intentar si no quería sucumbir dentro del delirio eterno y el imaginar perpetuo que son cosas por las cuales vivo y por la cuales muy seguramente moriré, pero de que me sirve seguir escribiéndola, transformándola en letras si esas letras se muestran solo para mí, estoy siendo egoísta y a la vez un ladrón de inspiraciones porque esto que se escribe le pertenece más a usted que a mí, bueno y no me quiero extender más y caer en el abismo de lo absurdo, además se me terminaron las cervezas y si le soy sincero no sé qué más escribir, solo resta esperar su respuesta que no pretendo forzar, simplemente será lo que a usted le parezca, a mí solo me resta esperar.

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