Ayer le dije adiós, para terminar de romperme en el vacío, ayer corrí hacia el silencio para dejar de gritar en su puerta; le dije adiós para poder llorar mi pérdida, mi amor y mi dolor, para dejar de esperar que está vez sea de verdad, que no solo pase por un café y miré mis ojos inundados de esperanza y sonría mientras toma mi mano para susurrar que no es cierto, que igual se irá, que no es posible, que nunca seremos nuestras, como si ya no lo fuéramos, pero ella suelta mi mano y resbalo de nuevo en su olor al despedirse, en su voz que no logro retener, en su luz y en el recuerdo.

La ausencia de ella perturba mi sueño, mis pasos se agotan, mi alma recuerda y solo llora sobre lo que duele, sobre lo que no sucede.

Ayer le dije adiós para romper mi alma, ahogarme por fin en lo que no tengo será la peor salida, la única salida, de su sonrisa, su mirada y mi absurda idea de conquistarla.

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