Sobre la muerte.

Sobre la muerte.

Fabián Asís

05/06/2019

Uno, en condición de ser humano, no acepta la muerte. Y la no aceptación nos hace perderla de vista, olvidarla y por momentos, sentirnos libres de ella. Peor aún, la no aceptación nos hace negar la posibilidad de que alguien allegado a nosotros pueda ser alcanzado por ella.

A partir de ese momento, perdemos totalmente la noción del tiempo y llegamos hasta los límites de malgastarlo. Dormimos, nos levantamos, lavamos nuestros dientes, fruncimos el seño y salimos a derrochar tiempo, anestesiados, dormidos. No miramos, no tocamos, sonreímos lo justo y necesario, luego nuestro rostro vuelve al punto inicial. Fruncimos el seño, seguimos. El reloj camina y nosotros, nos arrastramos. Vivimos en modo deseo, pero el modo más absurdo y mundano del deseo. Queremos todo lo que no tenemos y lo que conseguimos tiene un efecto placebo extremadamente efímero y la capacidad de mover los músculos de nuestro rostro, dibujar una leve sonrisa por apenas tres, dos, uno… fruncimos el seño. Tratamos a nuestros seres queridos, si es que los tratamos, como si fueran a estar ahí, para nosotros, para siempre. No miramos, no tocamos, sonreímos lo justo y necesario.

Un día la muerte, olvidada, rencorosa y vengativa vuelve, te mira y sin que puedas si quiera protestarle, hace su trabajo… y ya no hay forma de volver el tiempo atrás, hace su trabajo. No distingue, ciega o perversa, no distingue edades, sexo, religión o formas de vida. Ciega o perversa, hace su trabajo. Y te quedás ahí, como un estúpido… sólo vos y tu deseo absurdo. Odiándola, odiándote, desnudo, casi traslúcido, aceptando que la verdadera razón de ser para la muerte, es quitarnos lo que más queremos, para despertarnos y gritarnos en la cara que somos esos entupidos de seño fruncido y deseos absurdos. Mañana seremos nosotros los mártires utilizados por ella para gritarle en la cara a quienes de alguno u otro modo nos aprecian.

Los días pasan y cuando menos lo esperamos, volvemos a dormir, fruncimos el seño, activamos nuestro modo deseo y por supuesto… volvemos a olvidar.

Antes de olvidar… escribo estás palabras.

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