Desde mis entrañas que se mueven y revolotean como suertes bajadas de estampida de animales, entre sonidos que me bañan y me ensalzan.

Dejo.

Bajo.

Desciendo.

En principio innegable de todo aquello que me enloquece y me vuelve una sórdida esencia filosófica, Paulatina y mezclada en este sentir de muérdagos mordidos, de murciélagos que viajan en mis penumbras retorcidas en donde aun surge un poema de amor. Si pues ni todo lo oscuro se oculta en lo blanco del día ni todo se deja cesar en el pensamiento ácido de lo nocturno. aun en la oscuridad más espesa surge la poesía que me baña y no deja que me caiga definitivamente en el abismal mundo.

«aun puedo volar.»

Y muevo mis alas par ano caer, y muevo mi vista de un lado a otro, se que me puedes ver, se que me puedes escuchar, y siento el mareo, y luego el desprendimiento de mi, me dejo llevar con el holocausto, y sonrío mientras mi veinteavo cigarro culmina por acabarse y fundirse en mi hollines oscuros de mis adentros.

Consanguinidad de mi. sólo de mi en una brecha inefable de glóbulos rojos qu ese pasean y se mezclan en mis arterias que no dejan de palpitar, en este sentir de decoración, de anteojos cabizbajos y con ansias, siempre con ansiedad, con pasión me digo a mis misma, «Tengo una mala pasión desenfrenada y cálida que se mese dentro de mi». Mala hierba de sonatas y oquedades que noche a noche surge como demonios atisbados de ses, como lobos locos y hambrientos, en jadeante sollozar, de letras que se expanden por el mantel, bailan, redomas de santidad y mojigatas que nunca serán nada. Más que escritos sin importancia, sin sentido alguno me vuelvo a enconchar, me cobijo en mi.

Me desmonto de mi, en adrogina identidad sexual, soy la esencia de lo eterio que se pausa con una tasa de café, en armonía egolatría de lo que en partitura aun contempla el «Ser y estar» de una plenitud incompleta.

¡Oh Dios, si existen habla me!

¡ Si existes, ama me!

Si, ama me, llama me,

Ama me….

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