Reseña de «The Truman Show», 1998 de Peter Weir

Reseña de «The Truman Show», 1998 de Peter Weir

Título original: The Truman Show (El show de Truman)
Año: 1998
País: Estados Unidos.
Director: Peter Weir.
Reparto: Jim Carrey, Laura Linney, Noah Emmerich, Ed Harris, Natascha McElhone, Holland Taylor, Paul Giamatti, Adam Tomei, Harry Shearer, Brian Delate, Philip Baker Hall, Peter Krause, O-Lan Jones.
Género: Drama. Comedia | Comedia dramática. Sátira. Televisión
Ciclo: Cine y filosofía
Duración: 103 minutos

Sinopsis:

Truman Burbank (Jim Carrey) es un hombre corriente y algo ingenuo que ha vivido toda su vida en uno de esos pueblos donde nunca pasa nada. Sin embargo, de repente, unos extraños sucesos le hacen sospechar que algo anormal está ocurriendo. Todos sus amigos son actores, toda su ciudad es un plató, toda su vida está siendo filmada y emitida como el reality más ambicioso de la historia.

The Truman Show es una película estadounidense de 1998, comedia dramática y ciencia ficción dirigida por Peter Weir, escrita por Andrew Niccol y producida por Scott Rudin, Niccol, Edward S. Feldman y Adam Schroeder. El filme está protagonizado por Jim Carrey en el papel de Truman Burbank, adoptado y criado por una corporación dentro de un show televisivo de realidad simulada que se centra en su vida, hasta que lo descubre y decide escapar.

El filme fue estrenado el 05 de junio de 1998 en USA, con una inversión de U$S 60.000.000. La fotografía a cargo de Peter Biziou, música de Philip Glass y Burkhart von Dallwitzy montaje de William M. Anderson y Lee Smith.

El filme fue un éxito en la taquilla, recibió elogios por parte de la crítica cinematográfica y fue nominado a los premios Óscar, Globo de Oro, BAFTA y Saturn. The Truman Show ha sido estudiada como tesis en cristianismo, metafilosofía, realidad simulada, existencialismo y telerrealidad.

El escritor Benson Y. Parkinson de la Association for Mormon Letters notó que Christof representaba a Jesús como un «off-Christ» («Christ-off») o Anticristo, comparando su personaje de megalómano productor de Hollywood con Lucifer.

El periodista Erik Sofge argumentó que la trama refleja la falsedad de los reality shows. «Truman simplemente vive, y la popularidad del show es su voyeurismo directo. Y, como Big Brother, Survivor y cualquier otro reality show al aire, ninguno de sus ambientes es real».

Ronald Bishop de Journal of Communication Enquiry sugirió que The Truman Show visibilizó el poderío de los medio de comunicación de masas. La vida de Truman sirve de inspiración a telespectadores en todo el mundo, sus vidas son controladas por la de él.

Bishop comentó: «Al final, el poder de los medios se afirma en vez de ser desafiado. Estas películas y programas de televisión se apropian de nuestro encanto (y desencanto) con los medios y nos lo venden de vuelta».

La apariencia suburbana «picket fence» del set del programa nos remite al «sueño americano» de los años 50’s, El concepto de «sueño americano» en el mundo de Truman es un intento de mantenerlo feliz e ignorante.

Razones para abordar The Truman Show desde la perspectiva de la filosofía:

  • ¿Vivimos en un mundo real? : El tema central plantea la existencia de dos mundos y que vivimos en el mundo artificial, apropiándose el film de una reflexión omnipresente en la historia de la filosofía: la falsedad del mundo planteada por Platón a través del mito de la caverna.
  • Truman vive en una ciudad “en la que nunca pasa nada”, inconsciente por mucho tiempo de su vida cotidiana, lo que ve (las “sombras” a las que aludía Platón), es una representación distorsionada de la realidad, generada por unos misteriosos personajes que permanecen ocultos.
  • El poder y la ignorancia: El guion esconde una potente carga filosófica y antropológica que parte de la aceptación de la existencia de dos mundos, que implica la existencia de dos tipos de personas: las que saben la verdad y las que viven en la ignorancia; las primeras dominantes y las segundas dominadas. Esta dualidad es la que estructura el engaño y le da soporte al mundo falso. La manipulación del poder a través del control total de la información ante una contraparte incapaz de cuestionar el sistema establecido y alcanzar la verdad.
  • De la caverna al mundo real: Una vez roto el tema foco de la película, es decir, el perverso dualismo dominante/dominado, Truman va a cuestionar la realidad bajo claros planteamientos del mito platónico que expresan la posibilidad de salir de la caverna a través de la fuerza física y mental. Una de las escenas de mayor carga simbólica y filosófica de la película, nos muestra a Truman a punto de atravesar la puerta de salida de la cúpula que cubre a Seaheaven,el famoso muro azul celeste—, y una potente voz se filtra entre las nubes y se presenta como:el Creador del programa de televisión que llena de esperanza y felicidad a millones de personas”.
  • La muerte del padre: Christoph se presenta ante nuestro protagonista como “el Creador” es el padre adoptivo de Truman que afirma: “Te conozco mejor que tú mismo, llevo observándote toda tu vida. No puedes irte, Truman, tu sitio está aquí conmigo”. Es la figura de autoridad que Truman tiene que destruir, fiel a las teorías Freudianas, tiene que matar simbólicamente a su padre para desarrollar su autonomía y su libertad. Aquí una clave en la respuesta de Truman: ¿Y quién soy yo?
  • “Dios ha muerto”: Truman renuncia al destino reservado por Christof, como productor ejecutivo de “El show de Truman” en su doble rol — también es el Creador, el único “padre-Dios” de ese mundo artificial llamado Seahaven—, la figura hasta ese momento omnipotente, sufre la muerte simbólica que nos conecta directamente a la filosofía de Nietzsche del Dios patriarcal que ha muerto.
  • La fuerza del Eros: El amor como catalizador de la experiencia de nuestro personaje, su enamoramiento de Silvia constituye un pilar —su primer acto de rebeldía— y primera fisura en el plan trazado por Christof, lo que nos lleva a considerar a EROS como motor de la liberación del esclavo de la caverna.

«Muy de vez en cuando, se da el milagro de que a un guionista de raza se le ocurra un argumento insólito, cae en manos de un director de altura y los espectadores podemos disfrutar de lo nunca visto y oído»

Carlos Boyero: Diario El Mundo

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