Cierro los ojos y poder calmar el viaje, que a esta hora se hace muy pesado, pero logro relajarme.

Los ojos abro, para fijar un punto fijo en el horizonte y de reojo encontrarte un breve instante, para luego desviar nuestras vistas en distintas direcciones.

Sigue avanzando la muchedumbre, aún en tu esquina y yo en la mía.

alzo mi mano para limpiar la ventana empañada por el vapor que sale por la mañana, pero para afuera no se ve nada. vuelvo la vista hacia el interior, el no encontrarte fue un error de dejar de tenerte en mi radar, pero la señal se enciende y te logro localizar.

una vez más, nuestras miradas vuelven a chocar, el instante se prolonga un poco y luego se vuelven a desviar, meditar, escuchar, observar lo que la naturaleza me da.

La lluvia permanente que cae como lagrimas lanzadas desde allá arriba, mientras los pájaros escondidos están esperando su momento para salir y volar hacia otro lugar.

El perro logra disfrutar su andar feliz, bajo la lluvia torrencial. Una gota que se logra infiltrar, cayendo en mi frente y luego recorre mi cara hasta llegar a mi mejilla donde la logro capturar.

Levanto la vista y nos volvemos a encontrar, en el mismo punto, un poco más confiados con una leve sonrisa en este pasar, los ojos brillan con cada encuentro, más seguidos y constantes.

Ahora puedo detalladamente observarte sin que tu vista me rechace.

las señas que nos hacemos, para así poder comunicarnos como mimos y con tanto movimiento tu nombre logro descifrar, Luan.

El ventanal que nos separa es un impedimento, por tu lado lleno y por el mío igual, lo único que nos queda es un día poder volver a encontrarnos y preguntarte.

¿Hasta donde te gustaría llegar?

Al volar por el mundo sin un curso, sin un rumbo. Pero se acaba el tiempo, es momento de avanzar a la realidad, en un planeta lleno de prejuicios y de discriminaciones, donde el dedo que te apunta te puede destruir.

Mejor seguir y escapar hacia donde nadie nos pueda separar.

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