«Gota a gota, el agua a borbotones moja, lo baña todo, empapando el sentir, mi cuerpo se queda así, preñado de las gotas de la lluvia que emana de las nubes turbias del cielo, en frazada o cobija, me monto en mi corcel, cabalgo cual ninfa en nocturno, y me desvanezco en el paralelogramo de mis propias fobias, fantasmas y ágoras de saber».

Cuando uno se sienta en el laberinto del minotauro, no hay retorno que te salve. Y eso mis padres lo sabían.

¡Claro que lo sabían!

Por muchos años, recurrieron a falsos profetas, a brujos y brujas, que les dieron brebajes mágicos para curar sus penas, penas que nunca curaba y que siempre para mi desgracia llegaban con más fuerza, siempre convertidas en demonios y fantasmas que me azuzaban y me acosaban desde niña.

Solía ver brujas sentadas en el árbol de afuera de mi casa y que se encontraba junto a la pared de mi recamara por fuera, dicen que ahí planto mi abuela los ombligos de todos sus hijos para que no se fueran de su lado. Lo cierto es que desde ella todos eran brujos y brujas en la casa de la familia. Mi abuela era una mujer alta de porte firme y rudo, de profundo ojos grises parecidos a las lechuzas. Eran tiempos difíciles, en Menfis. ¡Vaya que sí! Mi familia perteneciente a un clan de gente de color, discriminada racialmente, todos íbamos a misas los domingos, cantábamos y nos descontrolábamos bailando en ese folclor lleno de rituales paganos, era común escucharnos cantar a alta voz, así en las tareas del campo, la granja era una hipoteca difícil de pagar para mis abuelos, pero después de todo mi abuelo se había empeñado en conservarla. Mi abuelo era un hombre sin voluntad, con la mirada perdida en la lejanía solía contar » Que su familia desde la esclavitud hasta la libertad, habían nacido y muerto ahí, generación tras generación.» a veces cuando niña me sentaba a escuchar sus historias, siempre alcoholizado.

Los domingos mi abuela sacaba el cuero y la navaja para afeitar, pocos minutos después mi abuelo se sentaba en la silla que mi abuela había colocado ahí. Adam (mi abuelo) se sentaba y comenzaba el ritual de su rasurado, en un balde de madera caliente, a punto de quemarle el gañote, pero sin tostar, mi abuela comenzaba con una toalla a remojar los bellos de la cara de mi abuelo, para después proceder con el jabón y la brocha. A vece yo solía pensar ¿Que pasaría si santa Claus fuera negro como yo o mi abuelo? Tal vez no les traería juguetes a los niños blancos, tal vez los juguetes serian mejores para los niños negros…Tal vez si sólo santa Claus fuera de color el mundo no lo quisiera tanto, porque el blanco, siempre es mejor, O ¡Al menos eso inventan los que son así!.

Esto me recordó que en una tarde mientras caminaba por la av. principal, un grupo de jóvenes blancos, me grito. «Ven acá niña mono» A lo que yo hice caso omiso de su insulto, ya me había acostumbrado a encontrarme gente como ellos, pero el asunto no paro ahí. ¡O no! comencé a caminar más rápido, cuando me di cuenta que comenzaron a seguir, uno de los chicos me alcanzo y me sostuvo del brazo.

– ¿Te dije que vinieras con nosotros niña mandril?

Entonces los otros cuatro chicos alcanzaron a este primero y comenzaron a jugar conmigo el juego de la pelota, en donde yo era la pelota que ellos se lanzaban unos a otros. Para suerte mía mi tío paso por ahí y se echaron a correr. Dos semanas después me los volvió a encontrar, pero esta vez no corrí con tanta suerte, me internaron en el bosque y después de varios puntapiés y golpes me violaron.

Yo tenía 8 años de edad y aun hoy puedo recordarlos retorciéndose en mi cuerpo, jadeando e insultándome, mientras rompían mis ropas y acariciaban mis nalgas, mis tetas en crecimiento, y pelvis, hasta quitarme las bragas, después de tumbarme a la hierba ensangrentada de mi nariz y con un ojo cerrado comenzaron a penetrarme con los dedos y luego con sus penes, uno a uno me desvirgo hasta saciar sus pútridas ansias, para después arrojarme la mierda que uno de ellos defeco.

Mi hermano y varios amigos de mis padres me encontraron al día siguiente, me llevaron a la granja, me bañaron y me dejaron dormir tres días, después mi padre me pregunto

¿Que quienes habían sido, entonces me llevo al pueblo?

Con el ojo aun cerrado por los golpes, los mire ahí estaban, como si nada, como si no hubieran hecho nada, ellos continuando su vida. Entonces los señale con la punta de mi dedo, ellos me miraron con los ojos llenos de rabia, mi padre los miro con odio profundo, tan profundo como la noche mismas, pero no les hizo nada, o al menos eso era lo que yo creía. Ya de regreso a casa, le pidió a mi hermano Paul que los dibujara, mi padre se aprendió de memoria sus rostros. Mi hermano los dibujo, como mi padre quiso que lo hiciera con gran exactitud ya que una de las habilidades de mi hermano en particular era el dibujo, sin embargo, aquellos dibujos tenían algo más que sólo sus rostros y su fisonomía. A cada uno de ellos mi padre le pido a mi hermano, que los dibujara muertos de diferentes formas, ahorcados, ahogados, con un tiro en la cabeza, descuartizados etc.

Después de que hizo eso mi hermano le dio los dibujos. Al salir de aquella habitación yo lo esperaba sentada en el quicio de la puerta que daba a los graneros. Mi padre se fue caminando por el bosque, no nos dijo a ¿Dónde se fue? mi hermano Paul y mi hermana Mery con su niño George salieron al pórtico donde yo me encontraba y mi hermano Paul, volteando a verme con horror dijo:

«¡A mí no me gustaría estar en los zapatos de esos chicos!»

Después de tres días mi padre regreso, con los puños de la camisa manchados por un color rojizo. No nos dijo nada. Pasaron los días, los chicos aún se encontraban en la Av. principal, reuniéndose como si no hubiera pasado nada. Entonces nos llegó la primera noticia, el 3 de julio de 1972 Julián Arman Harris uno de mis violadores de 17 años fue encontrado descuartizado en el traspasito de su casa, al parecer su vecino enloqueció, y como él no dejaba de patear su pelota de básquet bol lo asesino a sangre fría con su hacha, ya que él era leñador.

Cuatro meses después otro de los chicos Peter Temblar Johns se ahogó mientras cenaba con sus padres con un pedazo de pollo frito. ¿Coincidencia? No, creo que no. Y así con los demás, todos fallecieron de formas cruentas, el último en la lista enloqueció de repente y se vació una garrafa de gasolina y se prendió fuego a sí mismo. Los medios de comunicación, la presa de ese momento, los tipifico como los casos paranormales de Menfis, dado el escándalo mediático que se desato, por esos sucesos.

Al finalizar los extraños homicidios y suicidios sucumbieron, con la misma rapides que iniciaron.

Tiempo después, mi padre me miro y me dijo. ¿Tu ojo a sanado? Pero sus almas siempre arderán. Mi familia es algo extraña, siempre hay brujas que no me dejan dormir, a veces solemos pasearnos por el campo, pero nunca más allá del roble azul. Haya se mueren los gatos, se enferman hasta los mismos gusanos, haya sólo veo a los chicos, a esos chicos de vez en cuando, los veo mirarme con ojos de arrepentimiento. Mi hermana Zuzu también los ve, ella tiene 5 años ahora, sólo me sonríe y me dice.

«Ellos son malos, son malos. son malos».

En ese lugar hay muchos como ellos que les hacen compañía, mi madre siempre los asusta con sus aguas de hiervas, después de que se las hecha se van, se van lejos. Pero sólo los veo en tiempo de muertos, solo ese día ningún día más.

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