Soledad transitoria

Soledad transitoria

felip gonza

17/05/2019

Soledad, amarga compañera,

pero dulce estás cuando me abrigas y me embriagas con el tequila a las rocas más puro y sin dulzor alguno para pasar el trago amargo mientras sudo.

Mi puño zurdo, cada vez más apretado, sosteniendo el puro que llevo a la boca para echar humo y mi mano derecha, que hace crujir la mesa cuando la rasguño y su sonido inquietante nos mantiene mudos.

De toda palabra falsa que se dijo con apuro, tu cuerpo oscuro me recorre sin apuro, tranquilizando el pensamiento impuro de estar a solas uno a uno,

teniendo sexo sin desnudo, ya que la ropa nos cubre del frío que cala hondo en las entrañas y aún así me acompañas por las noches y las mañanas cuando todos callan.

La brisa que dejas al pasar no falla al rozar mi cara la que se mantiene, por un instante, hasta que te arropas con las ropas y te calmas.

El silencio es tu arma y psíquicamente nos comunicamos como los delfines a través de la mente.

No miente

No hablas y te asocias a mi, en las buenas o en las malas, un animal domado que solo quiere estar junto a su amo o que también podría ser su esclavo.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS