Y comienza,

y uno, y dos,

y el aire,

solo el aire y a lo lejos una mirada lejana de un búho trasnochador

que despeja el ambiente en Fa menor.

Un solo, un bajo tocan, tocan pausadamente pero con ritmo

las cuerdas de nylon mentolado con una clase inesperada,

la clase de un gentleman crecido en Barnaby o cerca de Brooklyn.

Comienzan a deslizarse las teclas ebrias de jazz y un poco de soul,

una pizca de funk y un recuerdo fugaz del inmenso abanico de acaricias de anoche.

La batería sigue viva, manteniendo el ritmo embrujado

sin mancharse de tinta ni de grasa esparcida en cada silencio

de cada tecla de ese fabuloso órgano tocado por Dios.

La calma retorna,

como los hijos desalmados a casa,

se entrega al ritmo de los cuatro mientras se derrama la última copa.

No entregues la llave, todavía sigue.

Sigue, ¿lo escuchas?

Es una marca de alma quemada sobre las notas,

escucha herman@

es Booker T. and the M.G’s LIVE.

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