Tormentas de mayo

Empiezan ya las lluvias
del año, las gotas de sangre
estallan contras las hojas secas
del árbol caído y forman una leve
sinfonía de muerte.

Por la ventana, que sufre
de soledad, se ven los rayos que parten
el cielo e iluminan
la tierra.

A lo lejos los rudos truenos
se oyen y hacen opacos los llantos
de quienes lloran a sus muertos.

En esta mi primera y postrera tormenta
de mayo, se abre en pares
la ventana al mortífero compás
de las gruesas gotas en las hojas
del tronco roto.

Entre luces y sobras
subo taciturno al alto
borde del ventanal; entra de pronto
al cuarto alguien, me mira,
se pasma, grita.

Interrumpe su grito
la melodía de muerte;
giro la vista, entre claros
y obscuros, la veo, asustado.
Al tiempo cae un rayo,
suena un trueno y resbalo.

Caigo, y en la caída me pierdo
entre las gotas de sangre
al golpear contra el empapado
tronco muerto.

Con la nublada vista
miro al cielo y la veo,
y en ella veo sus ojos de asombro
y de miedo. Cesa la lluvia,
escampa el cielo,
amanece y me ve
por la ventana, muerto.