Levanté el capó del Pinto y salió una columna de humo que podría haber servido para hacer un llamamiento masivo a todos los indios de la zona. Hacía un par de años ya que lo había heredado. El primer recuerdo que tengo de este coche es de cuando mi madre murió y mi hermano me llevó a la morgue a verla. Mi padre no fue, hubiera ido, pero ya estaba ido de otra forma. Mi viejo se metía más coca que el chico obeso que vivía en la puerta del Walmart. Yo pensaba que un día le iba a matar la diabetes pero al final le atropelló un coche en el parking. Explotó como una piñata patrocinada por Pepsi.

Me acuerdo de cuando íbamos Danny y yo a por unas hamburguesas cada vez que el colgado de mi padre gastaba todo lo que quedaba en el frigo. Arrasaba con él cada vez que se pinchaba, así que siempre estaba vacío. Big Boy’s Burgers ponía en el cartel encima de la ventanilla del local. La mayor parte de las letras de neón estaban apagadas, solo se leía BB Burger. Big Boy’s estaba a un lado del descampado, un cubo de hormigón y acero como una celda pero con menos ventanas y con más gente.

Cuando éramos pequeños íbamos a disparar a la señal con pistolas de balines, BB guns, pero no me acuerdo si rompimos las letras adrede o no. Los dueños no se esforzaban en mantener el local, era la única hamburguesería en Knockemstiff, la mejor y la peor. Danny siempre se cogía lo mismo.

-Una hamburguesa, doble de queso, sin tomate – le dijo por la ventanilla al que apuntaba los pedidos.

Era el chico de siempre, Kevin, un tipo delgado y alto, parecía un insecto palo descolorido. Era más blanco que el pan de molde con el que preparaba los bocatas.

Habíamos aparcado el Pinto en doble fila, Danny nunca cerraba con llave. Había robado el coche hace un par de años y no se había gastado ni un pavo en arreglarlo. Así que le daba igual si se lo robaban, sería una excusa para ir a buscar otro coche más moderno.

-¿Tú que quieres, cacho mierdas? -me preguntó.

-No quiero nada, ya he comido dónde Tex.- La madre de Tex siempre me daba de comer. Cuando cumplí 15 años, yo me la comí a ella. Tenía más grasa que el pollo frito que comíamos en su casa. A Tex le cabreó bastante.

-Tú te lo pierdes. Recuerda Kev: sin tomates.

Aunque las hamburguesas estaban quemadas y sabían peor de lo que olían, era mejor relación calidad-cantidad que en Walmart. Las hamburguesas eran tan altas que tenían que clavarles un palillo para que no se cayesen.

Danny era un tío impaciente y no aguantaba cuando alguien la cagaba. Pobre Kev. La cara de Danny se puso más roja que el tomate que encontró en su hamburguesa.

-¡Será cabrón! – Se fue corriendo hacia la ventanilla de Big Boy’s. Siempre nos quedábamos apoyados en el capó del Pinto para comer, lejos del tufo que soltaban tanto Kev como las hamburguesas que servía.

-¡Kev! ¿Qué cojones es esto? – Danny había escupido en su mano el mordisco que había pegado.

-No sé – dijo Kevin.

-¡Es un puto tomate!

-No lo veo.

-¡Te dije que sin tomate gilipollas!

-Yo no veo nada, Danny.

Danny se había tranquilizado de repente. Como el olor a frito, que se nota más cuando no estás rodeado de fritanga, la ira de Danny se apreciaba más cuando dejaba de gritar.

-¿No ves nada, eh?

Danny tenía la hamburguesa en la mano, palillo incluido. De un golpe, se la estampó contra la cara de Kev. Empezó a aullar, un sonido más agudo que el chisporroteo de las hamburguesas en la placa. La hamburguesa se cayó dejando atrás el palillo clavado en el ojo izquierdo de Kev, rojo, mojado y chorreante, la rodaja de tomate.

-¿Ahora lo ves, no? – Danny se dio la vuelta y se dirigió hacia el Pinto.

-Vamos a casa anda, se me han quitado las ganas de comer – dio una palmada al capó del coche, aunque no se escuchó. Solo se escuchaba a Kev gritar dentro de su celda personal.

Un par de años después, le metieron en la cárcel. Creo que no fue por eso, pero tampoco sé por qué le habrían metido. Había tantas razones. Duró un mes en la cárcel. Le robó una barra de chocolate negro Hershey’s a un supremacista blanco y este le apuñaló luego en su celda.

Así que la única herencia que me dejó mi hermano fue el Pinto y una prohibición de por vida de Big Boy’s.

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