Vida, muerte; destino

Vida, muerte; destino

Galocrates

30/04/2019

Me encuentro atrapado entre la espada y la pared.

Donde la pared que me detiene es la vida que tengo, vida misma que aún queda por recorrer. La espada punzando mi cuello es la muerte que hoy me tienta, anhelando depositar mi alma en su vitrina como un trofeo más. Pero la verdad es que aún no me quiero ir, sé que mi cosecha está por florecer, y no pienso abandonar el huerto, no antes de haber probado el fruto que tanto cuidé.

Parece ser que la muerte no está interesada en satisfacer mi demanda, dice que es hora de ir preparando las maletas, para emprender rumbo hacia mi inimaginable sufrimiento eterno. Donde arderé por siempre, en las llamas de lo que nosotros los humanos a raíz de un cristianismo impuesto, conocemos como infierno. (siempre y cuando este escritor aún posea una consciencia propia para reflexionar sus futuras torturas).

La vida me dice que sea paciente, que no hay prisa más larga que la que llega cuando es debido, que papá y mamá saben que soy un hijo corrompido, pero buen hombre, y que ellos aún tienen esperanza en que haré una gran labor para el porvenir. Yo también creo firmemente en ello, así que en mi espalda deposito con orgullo el peso de la familia; la mejor familia.

La muerte susurra, y predeciblemente grita mas cuando anochece, siento que me asecha en cada esquina, invadiendo mi mente; me hace pensar en la redacción perfecta para mi carta de ultimo adiós y a su vez me hace planear meticulosamente el como terminar con esta absurda existencia, que erróneamente llamamos vida…

Pero, yo me pregunto… ¿Qué tan grande puede ser el valor de mi ser? Como para que la vida y la muerte, peleen a muerte por mi vida… o mejor aún ¿Qué tan grande puede llegar a ser mi voluntad? Como para seguir en pie sabiendo que no existe nada después de esto... No lo sé, posiblemente nunca conozca la verdad.

Quizás mi valor sea tan alto que la vida misma me quiere con ella todo el tiempo posible, antes de que lo servido acabe y yo tenga que irme, cumpliendo así con esa forzosa regla irreversible.

Quizás yo no tenga ningún valor y realmente no soy digno de poseer signos vitales propios, no soy digno de inhalar oxígeno… el mundo debe odiar el carbono que exhalo. O sea, que no merezco un espacio en el espacio. Y la muerte, sólo me está haciendo un gran favor…

O quizás, pero solo quizás, soy algo más grande que todo esto, una especie de Dios que se perdió la fe, o un super hombre con el cual aún no conecto; cosa lógica, ya que se a la perfección que soy capaz de hacer lo mismo que aquellos seres de luz, solo que… estoy dormido.

Interrogantes que no se ven, pero la ansiedad me consume cada vez que las siente.

La vida que soy da pequeños pasos, con un camino fijo y muy bien trazado, carente de motivación y sin ganas de llegar a fin de mes, pero progresivamente avanzando.

La muerte que soy desborda en llanto, domado por la desesperación del progreso de los minutos en los cuales yo sigo siendo participe de esta trágica comedia…

Sea lo que sea… escribiendo esto desahogue momentaneamente la pena que llevo dentro y como un estoico fiel a su creencia, de la cual no formo parte, pero comparto el pensamiento, hoy me entrego libremente al destino. Con brazos abiertos ante su temible naturaleza, dejando así atrás mis ganas de ser degollado por una espada, o seguir recargado por esta pared, que no puedo a travesar.

Ni vida, ni muerte, sino destino.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS