El frío apuñala cada mañana, son cuchilladas que la ropa atravesaban, parecen espadas de guerreros de aquel herrero que las forjaba con calor y el martillo con el cual golpeaban y a su antojo las moldeaban.

La nariz roja y muy helada igual al reno de aquel cuento de navidad, pero es solo abril, será un frío invierno.

Abrigarse de madrugada, quitarse la primera capa por la mañana.

Un helado refresca el calor de la tarde y por la noche volver a calentarse.

Días grises de a poco aparecen, gotas que anuncian las primeras lluvias; esas que suavemente nos pellizcan la cara pero se alejan lentamente para perderse y hacer lo mismo en otros lugares a medida que avanzan, dejando las techumbres mojadas, las que el sol calienta y lo evapora en la mañana.

El sereno que tapa las plantas, niebla baja que cubre como una capa y las casas humeantes por sus chimeneas, calor de hogar, que se hace necesario, cada vez que nos adentramos en lo helado de ésta parte del año.

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