Libre de sospecha

Libre de sospecha

Serafín Cruz

30/04/2019

Debí darme cuenta, pero esa percepción solo se tiene cuando le ocurre a las demás, cuando tú estás al margen y eres otra que nada tiene que ver con el asunto; si te ocurre a ti te pasa totalmente desapercibida. Estás cerca de la trampa, que se muestra atractiva, incitadora, pero no percibes el engaño, el anzuelo enmascarado con la carnada que acabas mordiendo, te mueves a escasos centímetros de la serpiente, pero el temor vive muy lejos de ti porque desconoces lo letal que puede llegar a ser su veneno y porque, por otra parte, no ves a la alimaña sino al hombre. Y luego es tarde, demasiado tarde para reaccionar y sentirte a salvo. Una vez te hace su presa nada vuelve a ser lo mismo, ni aunque, como se dice, haya tenido un buen final. Tal final es que todo acabe con tu regreso a casa sana y salva, aunque no puede haber un final bueno porque, en el mejor de los casos, quedas marcada de por vida; pierdes la confianza en las personas y se apodera de ti el miedo ante la soledad; los recuerdos abortan tus sueños que se tornan pesadillas y te llenan de pervigilio; temes por tu cordura que intenta alejarse de ti como defensa contra el suicidio; te deterioras visiblemente, a pasos agigantados y sin que encuentres remedio para evitarlo o, al menos, de maquillarlo ante los demás; dejas de conocerte porque la persona que eras antes desaparece para no volver nunca más, ni aunque pasen cien años…

Claudio era amigo de la familia desde que yo recuerdo. Estuvo presente en el bautizo de mi hermana Diana, cuando yo solo era una chiquilla de trenzas y de muñeca. Entre las fotos de aquel día hay una en la que aparece a mi lado, con una mano apoyada sobre mi hombro. Está muy sonriente. También estuvo en nuestros cumpleaños, creo que en todos, siendo partícipe en cantar el cumpleaños feliz y en los postreros aplausos cuando el soplo apaga las velas. A él siempre se le veía feliz mostrando su voluntariosa colaboración quedándose con nosotros para recoger el desorden cuando los demás ya se habían ido. Fueron muchas las copas y muchos los cafés que se tomó con mi padre, su mejor amigo, al menos eso decían ambos. Mis padres tenían plena confianza en él, tanta que nos dejaban bajo su custodia muchas veces a mi hermana y a mí. Con él estábamos tranquilas y nos divertíamos mucho; era un hombre alegre y le gustaba jugar con nosotras. Lo que más le gustaba, según decía, era sentarnos en sus piernas, sobre todo a mí. Y a mí me agradaba usarlas como sillón.

Es doloroso tener que asimilar un revés totalmente inesperado. Primero llega la pregunta que, poco a poco, cuando no encuentra respuesta, va tomando peso, se vuelve densa e incómoda: «¿Has visto a la niña?». Luego, cuando has hecho varias llamadas y no has recibido una respuesta tranquilizadora, llega la preocupación, y ésta alimenta a una aterradora incógnita que, de forma inevitable, induce al desconcierto y, de forma exponencial, el desconcierto alimenta al miedo. Tras eso, el derrumbe no se hace esperar y tu familia queda destrozada… en todos los aspectos. Se conocen casos en los que los daños colaterales derivaron en divorcio, venidos éstos tras unos años de convivencia insoportable entre visitas semanales al psicólogo que, lamentablemente, dejan a ras de suelo la economía del hogar.

Yo, y solo yo, soy la única en estar al tanto de la realidad, la única que sabe que he llegado a mi último destino; ellos, sin embargo, quieren saber cuál es mi paradero, pero porque desconocen que yo estoy en el lugar que me corresponde; yo ya he perdonado a Claudio, ellos no saben que pueden descargar toda su ira contra él; yo tengo todo el tiempo del mundo para esperar, a ellos se les esfuma su tiempo sin que el consuelo demuestre el más mínino rescoldo…

Debí darme cuenta, pero no se tiene esa premonición cuando se es una chiquilla de trenzas y de muñeca. Y él sigue haciendo su papel, fingiendo que mi muerte —él es el único que conoce tal dato— le afecta, haciendo creer a todos que es el hombre que todos creen conocer, ese hombre tan pegado a la familia que es considerado uno más entre ella, el hombre que guarda una amistad íntima con mi padre, el hombre del que nadie sospechará jamás.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS