Pequeños Sueños.

Mi hermano mayor me conto sobre sus sueños y ya he olvidado la mayoría. Creo que su sueño era casarse con una coca cola, o era que lo dejáramos en paz, no lo recuerdo. Mi hermano tiene un sentido del humor muy limitado, en pocas ocasiones lo he visto reírse. A diferencia mía que no hay poder humano que pueda callarme, él no es muy comunicativo y no habla si no hay necesidad. Pero aunque sean pocas las palabras que compartimos, la mayoría de las veces puedo entenderlo.

¿Quién no ha tenido un sueño? ¿Quién no ha deseado algo? Incluso alguien como él los tiene, incluso él puede soñar. Ya han sido muchas las ocasiones en las que los 3 nos reunimos para decir cualquier tontería que hubiéramos escuchado en la televisión, es divertido para nosotros imitar a otros. Esto no tiene mucha importancia, es solo que no puedo dejar de pensar en que nunca he comprendido por completo a cualquiera de mis hermanos, pero aun con todo eso son personas muy importantes para mí, y quiero pasar más tiempo con ellos.

Ahora ya no existen, mi madre las ha quemado. Una pila de revistas donde había motocicletas y vehículos lujosos. No había noche que mi hermano no las viera pidiendo tener algo así. Me preguntaba una y otra vez cual me gustaba, y yo le respondía si iba a comprármelas. La respuesta era lógica, el pobre infeliz no tiene en donde caerse muerto y piensa en algo tan costoso como esto, pero en eso yo no soy diferente. Siguiéndole el juego señalaba el que más me llamaba la atención y el señalaba otro. Aún si no lo llamábamos, mi hermano menor se acercaba para dar su opinión.

Desde que trabaja de noche en aquel restaurante, no ha tenido oportunidad de volver a verlas, y menos ahora que son solo cenizas. Había mucha basura, en su mayoría papeles y juguetes que mi hermano pequeño dejaba tirados por toda la habitación. Nosotros tampoco éramos muy ordenados, teníamos los cajones repletos de cuadernos viejos, libros y creo que eso era un pan hace unos meses. La limpieza fue realizada y no tuvimos oportunidad de decir adiós. A riesgo de exagerar y que él me golpee si alguna vez lee esto, diré que casi llora.

Caminando por las zonas residenciales, nos dirigimos a una casa lujosa donde nos habían contratado junto al tacaño de mi padre, que aprovechó que ambos estábamos libres y no saldríamos de casa en todo el día, tomo esta oportunidad la cual perfecta para llevarnos a trabajar y no molestarse en contratar ayudantes que seguramente le cobrarían. La casa era grande, todas sus habitaciones eran amplias, bien decoradas y amuebladas. Según mi padre, la casa le pertenecía a la hermana de la ex presidenta Violeta Barrios de Chamorro, o era el hermano, no lo recuerdo, de todas formas no tuvimos oportunidad de conocerlo. Solo quedó en mi memoria y la de mí hermano, la inmensidad de ese lugar. Un sueño entro en la mente de mi hermano, un sueño que hasta la fecha no se ha preocupado de cumplir.

Es suficiente con tener un lugar cómodo para descansar. Desde mi punto de vista, no es necesario tener tantos lujos. Me gusta lo sencillo y económico, soy avaro por naturaleza y no soy de los que gasta en cosas innecesarias, pero él merece más, al menos más de lo que posee ahora. Una cama de madera que pronto cumplirá 30 años, ubicada bajo un techo con goteras que cada invierno tenemos que reparar, y cada invierno vuelva a mojar el rostro de mi hermano.

Sueña con una casa grande y cómoda, donde pueda dormir bien y dejar atrás esas noches de insomnio que nos ataca a ambos desde que somos muy jóvenes. Instalar un aire acondicionado para no sentir calor en todo el día y la noche, ya que hay ocasiones en que imita a mi padre y duerme en calzoncillos. Una casa grande, limpia con deliciosa comida a toda hora. Me involucré en su relato preguntándole de forma sarcástica si no quería también una sirvienta

– ¿Y porque solo una? – Me respondió. Un automóvil o una motocicleta – ¿Por qué no ambos? – los sueños de mi hermano no son imposibles, y son pequeños en comparación con los míos. Yo vivo en un mundo de fantasía mientras él se ha quedado en el mundo real.

Quiero ayudarle y no puedo, y cuando puedo no quiero. Hay sueños que son fáciles de alcanzar, y él puede hacerlo pero no quiere. No he conocido a nadie más dedicado que él, nadie puede soportar tanto como él lo ha hecho, pero en cuanto es buscar algo que mejore su vida, es igual a mí. Se queda sentado esperando a que mágicamente llegue un milagro a cambiar su vida. Ese pensamiento nos ha dejado encadenados a esta rutina.

– Me gustaría irme lejos, a un lugar tranquilo, lleno de árboles, donde el aire fresco sople en mi cara – él lo dijo de forma diferente, pero esto fue lo que yo entendí. Las frases suenan bien si se usan las palabras correctas, y cada minuto cuenta si se usa de forma adecuada, y espero que ambos podamos aprender a hacer contar cada minuto.

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