Mi viejo alcohólico

Mi viejo alcohólico

Ignis

23/04/2019

A mis cortos 4 años, olvide como era tu sonrisa, cariñosa y cálida. El accidente te cambio y empezaste a tomar, a ahogarte en alcohol, te volviste agresivo y empezaste a excusar tu comportamiento diciendo que no podía ser de otra forma después de haber vivido aquello.

A mi 5 años me dijiste por primera vez que no debería haber nacido, recuerdo haber llorado y vos te enojaste, diciéndome que llorar estaba mal. También fue a esa edad la primera vez que casi me matas, dejándome a mi suerte en la nieve, gritando que era una mala hija.

A mis 6 años, ya había aprendido a no llorar porque o sino te enojabas más de lo normal, y a sonreír siempre ocultando el dolor. También me empece a preguntar porque mi vieja no hacía nada al respecto, pero siempre me dio miedo preguntarle, me dio miedo su respuesta. Hasta que un día le pregunte y su respuesta dolió, un simple y cortante, lo siento.

A mis 7 años me mandaste a laburar por primera vez, tenia que vender parches en las calles después del liceo. También por primera vez empezamos a quedar sin dinero para comer porque te gastabas todo en alcohol, el hambre me dolía pero no más que tus gritos y tus golpes.

A mis 8 años ya ocultaba las cicatrices en mi cuerpo de tus golpizas y miraba tus ojos con miedo, por ese odio que irradiaban. Empece a volver más tarde a casa pero siempre terminaba por volver, no tenía a donde más ir.

A mi 9 años estaba más que cansada de tus abusos, pero el miedo a hacerte frente era mayor, así que solo soportaba esperando que un día terminara, teniendo la esperanza que un día te irías para no volver.

A mis 10 años, me amenazaste con una pistola y por primera vez alce la voz, supongo que por cansancio o por las ganas que ya me daban de morir y que todo acabara, y te grite, vamos mátame. No lo hiciste pues sigo acá, pero optaste por matarte, en vez de cambiar te mataste.

Hoy las heridas que me dejaste están lejos de sanar, y por mucho tiempo te odie, cómo no odiar a alguien que me hizo tanto daño. Pero hoy en día no te odio, y he llegado a perdonarte. Me enseñaste cómo no debo ser, hubiera preferido que me enseñaras de otra manera, pero así fue como aprendí a nunca levantarle la mano a mi hijo, a nunca gritarle, y siempre amarlo con todo mi ser. Nunca seré como vos.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS