el pozo y la Rosa

el pozo y la Rosa

pame

23/04/2019

La tarde apenas comenzaba a enfriarse, durante las horas anteriores el calor había cubierto parte de la casa, metiéndose por las ventanas, alumbrando la orquídea mariposa pintada, ubicada en el rincón opuesto del salón. se había sentado en la banca desvencijada de madera rústica, sin pulir ni barnizar, la tosca corteza presionando sobre su codo, leía el diario pasando de los anuncios, a él solo le interesaban las noticias policiales. Revisó varias veces y no aparece nada, respira profundo, significa que aún no lo han encontrado, eso le da ventaja, debe encontrar la manera de recuperar el cuerpo y cambiarlo a un lugar menos asequible.

El pozo distante a 6 metros de la casa y escondido apenas por unas latas y unos tablones, fue clausurado hace años, pero aquella noche luego de la discusión y que Mauricio cayese de bruces sin volver a moverse, el pánico al ver escurrir la sangre lo obligó a usarlo como primera opción, sin dudar arrastró el cuerpo sanguinolento, aun tibio y lo precipitó de cabeza dentro de la oscura y profunda cavidad hasta oír como se hundía en un sonido sordo , en la mañana, ya solo en el rancho no se atrevió a ir a mirar, el calor del mes de enero trajo algunos hedores que se confundieron con los de los chanchos, los patos gallinas y gansos que pueblan la casa, el mosquerío tampoco impresionó demasiado. De noche, sentado justo donde está ahora el penetrante olor le molestaba un poco, pero parecía ser el único que era capaz de reconocerlo en la casa ,de esto hace ya 4 meses y si bien la policía vino a interrogarlo, muchos testigos dieron fe que el occiso se había ido por lo menos una hora antes que Joaquín de la Taberna y que este último quedó acostado en su cama con ayuda de dos o tres parroquianos a la hora que se presume la muerte

Nadie puede declarar que Mauricio se escondió tras el establo hasta que todos se fueron, que estaba ebrio pero consciente, que solo sintió las manos que lo tironeaban medio dormido y que atinó a patear aquel bulto con fuerza, lo vio caer, quejarse en un sonido largo y profundo como un bufido, que al levantarse recién lo reconoció. Ya era tarde ,el hombre se había golpeado con el canto de la cómoda de madera maciza y el golpe le abrió la cabeza como una granada cerca de la sien derecha .Entre la borrachera, el estupor y el asco al ver la inmensa cantidad de sangre, que en minutos comenzó a condensarse no se le ocurrió más que deshacerse del cuerpo. Todos en la quebrada sabían que Mauricio tenia gustos extraños, no se le conocía mujer ,algunos decían que había tenido una hija en otro sitio .Él no se dio cuenta de los avances y las intenciones del joven hacendado, hasta que los comentarios lo hicieron enfrentarlo un domingo en las carreras, mucha gente estuvo de su parte y Mauricio entre risas le amenazó más por la osadía de rechazarlo que por dejarlo en evidencia. Quizás por su porte, su fuerza física, o sus ojos negros que las mujeres del pueblo admiraban y deseaban, era atractivo, él lo sabía pero no se ufanaba de aquello, más bien parecía molestarle un poco los asedios e indirectas permanentes de las chicas y evitaba los lugares públicos por eso.

Aquella noche en cuestión había ido a la taberna para ver a Rosa, la esposa del dueño del lugar, una mujer madura cerca de los 40 que era la única que parecía obviar su atractivo físico, lo miraba sin expresión, y recibido el pedido se alejaba prontamente sin volver a mirarlo, él la seguía con los ojos, la veía moverse tras el mostrador con agilidad y destreza, se secaba las manos en el delantal blanco con flores amarillas bastante desgastado. El marido, don Maximiliano era un hombrón corpulento, de modales educados, a ratos la asía por la cintura y le besaba la mejilla o cuando se la cruzaba tras el mostrador le golpeteaba suavemente las nalgas, ella le sonreía pero su expresión siempre era como indiferente, casi triste. Cada vez que eso pasaba, pedía otro trago y así es que terminaba completamente ebrio, dos o tres noches por semana, ella lo miraba tras el último pedido con lástima

– deberías irte ya a casa – él en un vano intento por retener unos segundos sus dedos, se estiraba, pero entonces dos muchachos le arrastraban fuera de la taberna.

Joaquín se había enamorado de ella hacia años, cuando era un chiquillo flaco y desgarbado que iba a dejar leche a su casa, en ese tiempo ella tenía cerca de 25 el apenas 11, siempre fue un poco esquiva, entonces era muy delgada y frágil, su padre la había comprometido con don Maximiliano, bastante mayor que ella y siempre fornido , era una mujer extraña, quizás por eso es que él se enamoró de ella, carecía de la coquetería y los desplantes de las chiquillas de su edad ,era prolija en el vestir y olía a lavanda, pero no usaba ni un solo maquillaje, su rostro pálido, de ojos marrones y profundos no tenía el brillo de la juventud, se percibía la desdicha en aquella muchacha. El hombre se la llevó lejos un par de años, al volver todos pensaron que vendría llena de hijos , pero no trajo a cuestas a ninguno, habían muerto, contaba 5 ya , así que el cansado de esperar y de ver a su frágil mujer casi morir en cada parto, decidió que era mejor operar, de modo que su cuerpo ya no procreara, ella decía que el hombre no era mal marido,que el la amaba.

Mauricio era excelente jugando al fútbol, también en las carreras y en las peleas, cuando consumía alcohol se transformaba, toreaba a los muchachos , y se acercaba peligrosamente. Se conocían desde siempre, así que Joaquín sabía cómo frenarlo, alguna vez aún muy chicos lo había besado, eran solo juegos de niños, pero desde entonces Joaquín guardaba las distancias , no se duchaba si Mauricio estaba,tampoco buscaba momentos a solas con él, la amistad de la niñez había mutado en algo extraño. Varias veces se habían trenzado a golpes duramente, pero Mauricio lo abrazaba cálido después y le pedía perdón. Estaba celoso de sus visitas a la taberna, lo alcanzaba allí y tomaba a la par, cuando sus ojos se perdían en la mujer, Mauricio lo molestaba diciéndole que le gustaba la ropa usada, discutían a veces, otras solo lo ignoraba. Ella les servía a ambos con igual indiferencia y frialdad.

La noche en cuestión, ya bastante ebrio fue que ella se acercó y sirviendo el trago lo miró y le dijo

– debes irte de este pueblo Joaquín, no perteneces a este lugar

– solo me iré, el día que tú te vengas conmigo – ella soltó el vaso, que se reventó en el piso ,los parroquianos asombrados comentaban que jamás había sucedido aquello, don Maximiliano atravesó todo el lugar para verificar que su mujer estuviera bien y la encontró turbada y temblorosa, la brazo a su enorme cuerpo, le beso el pelo y le dijo que era solo un vaso, que no tenía ninguna importancia, que se fuera a recostar un rato porque estaba muy cansada .Ella asintió, se tironeo el delantal y corrió hacia el sótano escaleras abajo. Allí le alcanzó Joaquín, escondido entre las columnas de la habitación, un pequeño camastro, una luz mortecina cubría el fondo de la habitación ,la mujer entró afirmándose en las paredes al borde del colapso, él la enlazo de un zarpazo, la pegó a su cuerpo y le buscó la boca ansioso, había bebido, pero aquel beso lo dejó aún más borracho, de una borrachera que lo hacía perder la cordura, extrañamente ella no lo rechazó, se pegó más a su cuerpo, lo enlazó por el cuello y lo guió al camastro, estuvieron casi una hora allí amándose con pasión, furia, desesperación y ternura

– debes subir, para el último trago – le dijo ella, él se acomodó la ropa, ella el cabello y subieron con tiempos cambiados

– hombre ¿ dónde estabas? gritó Mauricio al verlo en el rellano

– fui al baño – se disculpó

Ella atravesó el salón y ocupo su lugar tras el mostrador, su marido le ayudo a enlazar el delantal, aun le temblaban notoriamente las manos

– ¿estas mejor amor?- le dijo al oído

– si mejor, mejor y dándose la vuelta por primera vez en años, lo miró fijamente

– deberías irte ya a casa, has bebido demasiado. – Estiró los dedos , ella los esquivó

– ya hombre te llevaremos a casa – y lo cargaron hasta la camioneta, luego lo dejaron tirado sin zapatos en su cama

Mauricio resopló tras la cortina cuando el dejó de fingir y se sentó un poco mareado

– Así que la mujercita te ha dado gusto joaco – y se acercó palpándole las partes y sobajeándolo

-¡suelta hombre!, ¿qué te pasa, ya estas borracho? el otro insistió intentando besarlo, fue allí que lo pateo con fuerza oyendo como crujía su cráneo. Por un instante dudó, pero luego al ver el charco de sangre todo estuvo claro.

Había pasado mucho tiempo, todo el mundo preguntaba por mauro, lo buscaban incesantemente, el pueblo entero se había volcado a su búsqueda. Una noche mientras en un bosque cercano poseía a Rosa con renovados bríos, ella lo miró largamente cuando terminaron

-¿Tienes algo que ver con lo de mauro?

-¿Yo? No – Mintió.

– Nada mujer que podría saber yo del pobre desgraciado, mucha gente ya lo tenía marcado

Cuando Pablo arrastró el largo y grueso palo y se acercó hasta la banca, él supo que todo acababa allí. Pablo era el hermano de Rosa, sintió el primer golpe en el brazo, como si le quemaran, un sonido sordo en la espalda vino del segundo golpe, Pablo era ágil y esbelto, en una maniobra logro darle en la quijada, eso lo noqueó, entremedio lanzó unos torpes golpes, que dieron en un ojo y la boca, semi-inconsciente reconoció en el rostro del joven las lesiones de sus puños mientras era arrastrado

– te voy a matar maldito desgraciado, y nadie sabrá de ti. Una punzada en el estómago y un latir sin control lo atenazó cuando vio aproximarse las latas y las tablas.

– Espera , espera logro balbucear .pero su cuerpo fue levantado por las piernas y arrojado con fuerza hacia la oscuridad, un olor putrefacto lo mareó y el golpe contra un cuerpo blando, hinchado y podrido lo obligó a tratar de buscar oxigeno limpio, solo entonces percibió que no podía mover las piernas, atadas, y en su braceo desesperado daba vueltas la masa aquella llena de insectos y gusanos, en un último aliento antes de sentir reventar los pulmones dentro de su cuerpo , un haz de luz se filtró entre las viejas latas.

– lo siento Joaquín – oyó la voz de su amada

Los lugareños atribuyeron las desapariciones a un romance secreto, y una huida, para evitar que el pueblo de origen les juzgase. Nadie revisó el rancho más exhaustivamente, ambos protagonistas eran solitarios, así que con el tiempo la historia quedó allí enterrada a siete metros. Solo; Pablo, Maximiliano y rosa sabían lo que se ocultaba en el foso aquel, que fue llenado de tierra unos años después por el nuevo propietario de la finca, quien ni siquiera se inquietó por saber algo acerca de el pozo, ni de su propietario mucho menos de las truculentas historias que se contaban.

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