Ingratas palabras brotaron de tu boca.

húmedos sonidos llegaron,

Empujaron puertas de antaño.

Llantos de bisagras, forsejeo, impotencia,

silbidos de cobras, colmillos de pantera, intemperie,

vientos de Cuaresma,

todas las espinas de las rosas.

,

Mi vergüenza y pudor yacen en el suelo.

Tú arrogancia, pisoteó, lastimó primero.

Enfangó mi sombra con sus botas,

y le vertió veneno con desprecio.

Quiero mi espada rota,

cortar las palabras que me hirieron.

Que sangren, que nunca sus sílabas se junten.

Ay!, Cuánta tristeza en sus sonidos!,

que negro abismo fue esa boca,

Boca que regué con mis amaneceres,

Cuántas caricias en sus hojas verdes,

cuantas mariposas sobre sus mejillas.

,

Avisar, avisar que vengan mis dedos,

que vuelen veloces!,

Que junten mil ramas secas,

que aniden en las cavernas de mis oídos,

que me despierten de pronto sus inesperados trinos,

que no dejen entrar su risa,

ni tampoco,

por clemencia,

dejen entrar su olvido.

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