Cuando rechazas a una mujer, la cosa parece ser (al principio) la cosa más simple del mundo, pero conforme va pasando el tiempo todo se empieza a volverse más y más oscuro. Y es por eso mismo que muchos idiotas alrededor del mundo y en cada segundo optan por ponerle los cuernos a sus parejas antes de terminar sus relaciones.

Conocí a esta chica hace tres años, todo parecía ir bastante bien con ella, Yo acababa de salir de una fuerte ruptura amorosa y por eso mismo me sentía ya bastante mal. Comencé a beber con mucho más frecuencia y a la par, empecé a escribir con más frecuencia. Comer, beber, escribir, dormir y repetir la misma jodida rutina de autocompasión. Poco a poco se fue haciendo costumbre el sentirme triste todo el tiempo, el suicidio no parecía una mala opción pues todo en mi vida estaba cayéndose a pedazos cosa que aún sigue pasando. Fallé el primer intento y decidí ir a varios psicólogos a ver si estos hacían algo para ayudar.

Entre esas visitas y los nuevos comienzos de mi vida, conocí a Anny. De inmediato comencé una conversación con ella y su amiga Frida. Estábamos los tres en la fila para registrarnos en el trámite de nuestra credencial para votar. Ellas ya estaban hablando cuando yo llegué y pensé que ya se conocían.

– ¿Esta es la fila para el trámite? -pregunté.

– Lo es. -respondió una de ellas.

No supe quién había respondido puesto que ambas estaban de espaldas y me fué difícil saber de cual de las dos era esa voz. Hasta que una de ellas volteó y me dijo:

– Hueles bien.

– Gracias. -respondí.

– Así que no hablas mucho, ¿eh?

– No realmente.

– Me agrada. Soy Anny y ella es Frida.

– Me llamo Chris.

Alargamos toda esa mierda de conocernos y seguir en contacto. Aunque a decir verdad, Frida estaba muchísimo más buena que Anny. El cuerpo diminuto de esta última hacía que mis pequeñas perversiones se alargaran como fuego en un espacio cerrado. Me agradaba.

Salíamos a pasear, comíamos y jugabamos videojuegos. Parecía ser un buen amor sano sin prejuicios ni mierdas como esas. Todo parecía ir bien. Hasta que la muy hija de perra decidió irse no con un cabrón, si no con tres más, aparte de mi. Enterarme de eso me hizo llenarme de coraje y mucha más tristeza que de costumbre, al momento de reclamarle tales cosas ella simplemente decidió desaparecer de mi vida sin dar ninguna explicación. Volvía a estar solo y con los sentimientos hechos mierda. Volví a beber más. Escribí más.

Tanta furia adolescente solo podía ser contrarrestada por el estúpido rock adolescente. Formé una banda con tres amigos míos y juntos así hicimos la mierda llamada «Interghoul» y, como yo era un hijo de puta inservible que no sabía tocar ningún puto instrumento, opté por escribir las letras de nuestras canciones y a «cantarlas» escribir canciones era una forma de desahogarme.

Pasaron un par de años así en los cuales fui saltando de cama en cama, de bar en bar, de pelea en pelea y problema tras problema. Toda una vida deshecha por la prematura decadencia en la depresión y los vicios, estaba convirtiéndome en un escritor mediocre mas del montón sin siquiera saberlo.

Una mañana normal como todas las demás decidí levantarme y ver una película. Estaba aún mareado debido a la borrachera de anoche. Me serví un vaso de jugo y le puse lo poco que quedaba de whisky. Al cabo de un rato empezaron a llegarme mensajes bastante inusuales. «¿Cómo estás?, ¿Qué estás haciendo?, ¿Cómo te ha ido?» Todo parecería normal a excepción de que no conocía el remitente de esos mensajes. Decidí contestarle de forma educada hasta que la intriga comenzó a desesperarme y le pregunté que quién era. No quiso decirme al principio y empecé a enojarme. Era un ebrio enojado.

Finalmente me dijo. Era Anny. Me habló muchos meses después de aquel último incidente y toda esa mierda que me había hecho pasar. Me pedía una nueva oportunidad para arreglar las cosas conmigo. Le conté todo el espiral de mierda en el cual yo me había sumido después de su partida, darle una nueva oportunidad a alguien que te había empujado a toda decadencia como esa no era algo que debía suceder pero a final de cuentas lo hice. La perdoné. ¿Qué más podría perder?

Salimos, nos pusimos al corriente y ella decía seguir enamorada de mí. Siempre imaginé que volvía arrastrándose hacia mí por el simple hecho de que cualquiera de los otros bastardos con los cuales había estado en estos dos años la había botado como la mierda que era. Estar con ella era una buena forma de perder el tiempo. Yo siempre llevaba una botella pequeña de whisky a cualquier lado que iba, antes de salir con una mujer. Siempre he sido inseguro y el alcohol me ayudaba ante esas situaciones de mierda. Fuimos al centro de la ciudad, nos sentamos en una banca y comencé a beber. Le ofrecí un poco.

– No, no ahora. Gracias. -respondió.

«Mejor para mi.» -pensé.

Yo ya estaba lo suficiente ebrio y, mientras ella me contaba mierdas aburridas sobre como nunca había dejado de pensar en mi, decidí besarla. Accedió. Le pedí que me comprara una cerveza y lo hizo, luego otra y otra más hasta que terminé muy jodido. Estaba bastante mal ya y comencé a vomitar de maneras pateticas sobre el asfalto. Pero eso no pareció importarle y se quedó ahí conmigo. Cuidando de mí. Parecía estar realmente enamorada como para cuidar a un estúpido borracho a la luz del atardecer. Sentí lástima por mí mismo y por tratarla de la manera en la que lo hacía.

Todos esos dos años estuve odiandola por lo que me había hecho pero esta vez, ella parecía estar dispuesta a hacer bien las cosas una vez más. Siempre que escribía sobre ella en las libretas, en la máquina de escribir y en la canciones, lo hacía de la manera más errática posible, demostrando todo ese odio que le tenía. Luego de ese día, yo fuí quién desapareció de su vida sin avisar. Era como mi venganza. Empecé a salir con más mujeres y ella notaba eso, creo que en el fondo hasta le hacía sentir mal. No me importaba en lo absoluto.

Al cabo de un tiempo, ella empezó a salir con una chica. Me sentía incómodo ante esa situación pues pensaba que ella NO merecía ser feliz jamás. Me parecía injusto pensar que lo fuera así que en una noche de borrachera habitual, decidí escribirle. Le dije lo mucho que la extrañaba y que realmente quería estar con ella. Era mentira y ella cayó en esa trampa. Semanas después, estábamos siendo la misma pareja falsa que fuímos algún tiempo atrás impregnada de amor falso por parte mía.

Esta vez parecía ser la parte definitiva. Estaba empezando a sentirme bastante bien con ella a mi lado pero eso no fué suficiente para mí. Desaparecí de poco a poco nuevamente hasta abandonarla por completo. Volví a salir con una chica más y Anny notó eso. Me escribió una carta de suicidio, la leí y jamás volví a saber nada más de ella.

Creo que al final si logró su cometido y realmente me siento mal por eso. Ahora lo único que me queda es beber así que a beber se ha dicho.

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