Con la tiza en la mano y el tabulador enfrente de mí, con la mirada fija en la ecuación aritmética por resolver en la pizarra de color verde, y esa peculiar sonrisa casi siniestra de quien conoce la respuesta, comienza la prueba académica del último examen final, los sinodales ya están ubicados en sus respectivos pupitres mirando fijamente cada calculo, cada operación realizada en el pizarrón para descubrir el mínimo error y así poder calificar con mayor asertividad. El primer sinodal al ver mi aritmética mira por debajo del reojo del rabillo las respuestas en su acordeón peculiar de docente, mientras yo continuo con las operaciones que al final resultan siendo cinco en total las ecuaciones que tengo que resolver, así comienzo a despejar los corchetes para después continuar con los paréntesis e ir simplificando.

Sin embargo, en esos momentos de tan alta tensión en lo único que pienso es en ti, en tus ojos color marrón que me miran mientras me explicas calculo diferencial y otras ecuaciones de conjuntos, conjuntos ¡Conjuntos! ¿Cómo quisiera que las ecuaciones de la vida amorosa, digo de mi vida amorosa fueran tan simples como el cálculo o la aritmética? o mejor aún como estas formula que en simplificación ya sé que el resultado es 1 o 0 pero que al final la demostración de cada multiplicación, división y suma deben ser tan acertadas como el resultado en perfección de factores.

Pero así somos tu y yo como este X y Y que se encuentran en un plano cartesiano en donde tú a veces eres X y a veces yo soy Y, y otras tu eres -X y yo soy -Y pero nunca, si nunca podemos coincidir en este plano cartesiano llamado vida en eso pienso mientras la tiza se escurre entre mis dedos sumando, dividiendo, restando y multiplicando, hasta llegar a la simplificación mínimo de este calcularte entre exámenes y preguntas amorosos, entre realidades académicas y libros de física y de química, de teorías que van y vienen del más allá al más acá, de todo el libro de Valdor.

Después de algunos minutos de prueba el primer sinodal sale de la habitación y es que aún no puedo comprender como una persona como tú que me ha enseñado tantas veces matemáticas no comprende ¿Porque mi apasionamiento hacia las matemáticas? no creo que no te hayas percatado de toda esa seducción mía a tu persona, pero tan sólo a ti te importa que aprenda eso es todo, eso me dijiste cuando apasionadamente te declare mi amor esa tarde de Abril en el parque mientras tu intentabas enseñarme a despejar áreas complejas. Entonces escucho que el segundo sinodal sale de la habitación, entonces te quedas tu y yo y una prueba interminable, la tiza resbala de mis manos, la rompo frotándola demasiado fuerte sobre la pizarra que rechina, ahora el nerviosismo no es solo por la acreditación de una prueba sino porque tú eres mi sinodal, el más pretencioso de todos, pues conoces mi sentir hacia ti y eso me pone frágil, sin embargo yo me concentro necesito acreditar para poder volar lejos de esa universidad que me ha confundido tanto de todas mis locuras e ideas sobre el universo cóncavo.

Así termino la prueba, con el sudor mojando la pequeña tiza que se desase entre mis manos, porque siento, si siento tu mirada recorriendo cada ecuación, cada formula cada parte de esa milimétrica cuadrática de mi existencia hasta perderse en ese ¿Quizás pudo funcionar? en eso la tensión se ve rota por un sinodal que regresa al aula y te dice: ¿Que toda vía no logra terminar? A lo que tú le contestas:

Está a punto de resolver su error, pero no se ha dado cuenta lo cerca que está de su libertad. Entonces recuerdo lo que me enseñaste del despejar las áreas y comienzo a ver mi error, gracias me acabas de dar la solución…Si te apiadaste de mi después de tantos juegos sexualmente matemáticos. Entonces corrijo y digo en vos alta «Ya terminé» Tu volteas y sonríes, el otro sinodal te mira con pícara sonrisa.

Vaya creo que ya tenemos por fin una matemática entre nosotros. Me felicitan ambos y salgo del salón de clases para refugiarme detrás de las paredes del corredor. Entonces por fin puedo volver a respirar con tranquilidad, saco mis otros libros de la gaveta que me corresponde y continuo mi marcha por el corredor a mi siguiente examen. ¡Vaya que a veces aprobar un examen resulta más fácil y productivo que amar! Pienso esto mientras te vuelvo a encontrar en el pasillo rumbo al comedor de estudiantes, pasillo lleno de árboles al aire libre, mientras te fumas un cigarrillo a escondidas. Has advertido mi presencia entonces me dices: «Te felicito» lo lograste y vuelves a absorber tu cigarro. Pero antes de que pueda decirte «Gracias» me abrazas y me besas en la boca… No sé cuánto tiempo paso, pero debe haber sido la eternidad. porque ahora cada que paso por ese corredor, me siento atrapada, tan atrapada entre tus brazos como aquel día de Abril en que todo comenzó.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS