Remolino de encajes
montones de alas cocidas, sujetas
sólo saben huir y dar vueltas.
Se despliega su blanco en el intento.
Cuando escapan de mí
esos besos cocidos, miles
regados por mi aliento, te miro.
Mi corazón, rojo invernadero.
Las puertas abiertas
te dejarán marchar
para ver, al fin
tu última vez.
OPINIONES Y COMENTARIOS