Las palabras se fueron perdiendo en el ocaso.
Se fueron difuminando, como se difumina el pensamiento.
¡Vano. ¡En Vano!
Hasta olvidar,
el olvido mismo.
Y aquí, sólo quedo la humedad del recuerdo.
Del vapor de agua condensado.
Aislado…
Cómo sólo se puede aislar lo inexistente del recuerdo.
Y miro al horizonte.
Largo y extendido.
Como sólo los sueños se pueden extender me magenta purpurina…
Y me pierdo…
En ese suspiro largo e interminable,
mientras en mi taza de café se mira el sedimento.
Pausado y calmado de la noche.
Que cuelga en equilibro y péndulo.
Caleidoscopio y en remansó de quehaceres…
¿De aquí soy?
Me digo mientras eso caer la noche sobre mi hombros adormilados,
en penumbras de lámparas que cuelgan sobre mi cabeza…
En fría espera… pausado.
Como novia de pueblo camino al altar de los recovecos, de las enseñanzas,
de esa…eterna sabiduría que nos da la vida en lectura perpetua…
Esencia vital de mis ojos ausentes de todo clamor.
En beso constante de versos sacramentales…
Reticentes…
Como el amante que siempre regresa al cobijo a brigante del amor,
Así yo, siempre regreso a las palabras, dulces palabras que nacen de mí,
que mueren en mí, que salen de mí.
¿Porque? existen almas así, que fueron elaboradas de palabras, de dulces palabras,
de tiernas palabras, de frágiles palabras.

Y sin ellas, no es fácil vivir, sentir, existir, amar o dar…

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