Y cierro los ojos tratando de conectarme con ese mundo infinito de donde surgió mi alma, entre mariposas y encantos encarnecidos de locura y destiempo. De donde el alma se sostiene en la inmensa voz de Dios, sin prestar atención a sonido externo del mundo con la liviandad de las notas que se mueven diáfanas y sonoras, libres como las mariposa que revolotean en mi alma, pequeñas esferas de mi infancia loca y aturdida por mis frenesís inalcanzables e inagotables taciturnos las memorias de aquellos tiempos en donde me emotiva a tomar un rumbo completamente imaginario en donde trasformaba islas perdidas en el paraíso de las montañas mirando el desvariado valle detrás de las montañas preguntándome

¿Con ese sentir de que hay atrás de las miles de caminos que se abren y se cierran en una mente infantil cuestionada, plagada de preguntas de imaginarios de locuras, de inconmensurable magia que no le importa el que dirán ni los espavientos con la sonrisa grande en mis labios recuerdo todo aquello, simples anécdotas de una mente con poco freno, vaya que he sido tremenda latosa, inquieta y nunca con calmadas pisadas mi vida fue un tumulto de sucesos que se volvieron juegos diarios en un divertimento constante, como la vez que por oportunidad tire un cerro de pelotas en un centro comercial…

o las mil y unas ocasiones que patinaba en la facultad de filosofía, vaya que he sido tremenda siempre escuchado a Mozar en los audífonos sin prestar atención a mis profesores, sólo me fugaba con la música para entender sus clases comparando sus clases con de las bellas notas musicales y el vuelo de las palomas al atardecer.

Mi mirada extraviada en la eternidad, sin parpadear, contemplaba el paraíso desde los balcones de una soledad ensimismada, cerrada, extraviada por la propia belleza de escuchar la voz de Dios dentro de mí, con esa plenitud de infancias inocentes llenas de una nubiloso belleza en vuelta en caramelos y dulces.

¡Llena de gracia es María!

Me decía a mí misma mientras rezaba el rosario en las noches. ¡vaya vida! Que divertida eres, tan divertida que no me canso en admírate en embellecerte, siempre me dijeron: «Que era extraña, tan extraña como la armonía misma».

Y yo infantil contemplando el vuelo de las palomas, en añoranza de unas alas para poder ver el universo desde lo alto, desde lo alto mirar la ciudad desde la lejanía de las torres sentir el viento, y mi mente viajaba, viajaba mucho tanto que no era posible tocar la tierra o pisarla, ahora que lo recuerdo siempre fu saturnina.

Una saturnina enamorada de lo inalcanzable, del cosmos, mirando a las estrellas que me enloquecían en ese infinito sistema solar y con esta admiración de esas pequeñas orbitas que giraban y se descomponían en fractales atómicos de mi propia existencia en medio de luces de colores que no dejaban de caer como pequeñas gotas de nieve luminosa, átomos, miles y millones de átomos y moléculas que se detenían y se expandían al levantar los brazos y sentir la magia de aquel sentir dentro de mí que me impulsaba a escribir.

A escribir, era como mi máximo deseo , escribir, escribir, ensayos, escribir, poemas, escribir lo todo, las palabras se deslizaban por mi puerta, se llenaba el cuarto de ideas y pensamientos de conceptos que se obvian entre mis cobija y se paseaban entre mis anaqueles, como pequeñas rosas de amapola en abertura total y yo comiendo dulces miles de caramelos, no sé porque siempre me ha gustado ver caricaturas así que así termine mi tesis viendo caricaturas, comiendo caramelos y escuchando música de Mozar.

Mientras bailaba y me disfrazaba de miles de personajes siendo muy muy feliz en mi locura interna sin preocuparme por la existencia del mundo, la crítica o la solead, sólo el escribir, el escribir era mi único afán, el más preciado de mis afectos, lo más hermoso de mi sensatez, era la coherencia de mis palabras que nada tenía que era con mi consistencia infantil e impulsiva como los niños de 5 años, ya me lo habían dicho hace tanto de eso que ahora me hace gracia el comentario:

«Eres una mujer de 25 con actitudes de una niña de 5 o 6 y con un pensamiento abstracto de una persona de 80 años»

La juventud no se mide años. ni en actos, se mide en pensamientos, en conceptos, en palabas, en sentires, en ansias, distancias dimensionales que no se pueden ver pero que existen dentro de toda mente humana, la existencia del ser inicuo del pensar bien, pero yo no quiero pensar bien. … yo solo quiero amar lo que escribo tanto como amo respirar, sentir la vida, mirar la gente, amar lo todo y ese peculiar olor de los libros viejos, que ahora sé que de nada sirven si no se les pulimenta en el actuar. en el vivir.

Y en done he descubierto la gran diferencia entre alebrijes y mascotas y yo… yo me quedo con los alebrijes porque son mucho más divertidos, mucho más divertidos por que proceden de ese mundo imaginario que me vio nacer un 3 de mayo de 1976…

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