«En el umbral embravecido y exaltado de mi memoria se funde el recuerdo. Aun lucido de aquellas viejas imágenes de un texto encontrado en el taburete de mi bisabuela. Tal vez su diario. No lo sé. Ahora sólo deseo recordar ese aroma a Rosas frescas que despedía su cuerpo antes de morir.»

De frente sin parar, si ni siquiera voltear con la sonrisa de oreja a oreja. Satisfecha en plenitud camino sin ni siquiera notar la nieve que cae en mis hombros, el frío siempre pasa después de la primera nevada, antes de eso, el frío se mete en el cuerpo hasta el tuétano, decía mi papa que parecía como si tuvieras la muerte por dentro, pero la realidad es que era peor que eso, para mí cuando niña era el principio de un nuevo tiempo, de jugar en la nieve y con el trineo, yo claro esta era niña. Y no sé porque a los niños siempre les parece el mundo algo tan nuevo, tan indescifrable para sus ojos llenos de luz y nuevas ideas, pero era eso para mí el invierto cuando era niña.

Un montón de juegos que disfrutar, desde ángeles en la nieve hasta muñecos en las aceras, desde guerras de bolas. ¡Guerras… guerras!

Ahora recuerdo, la primera vez que escuche la sirena de bombas. Yo estaba en el colegio, sentada en el pupitre molestando a Eduar Jork con pequeñas bolas de papel en la pluma todas mojadas de saliva, ya saben cosas de niños, los cierto es que Eduar me gustaba y siempre lo molestaba, no sé porque molesto a las personas que me agradan, pero así es, tal vez porque en el fondo no quiero amarlos y algo dentro de mí se opone tracistamente a ese sentir. Pero como iba narrando, yo estaba sentada molestando a Eduar, cuando de prono todos las escuchamos, esas enormes sirenas que se escucharon como estruendo de silbatos por toda la ciudad, todos espantados y mirándonos profundamente se nos detuvo el corazón y la respiración parecía fluir lenta, tan lenta que me asemeja a estos pequeños copos de nieve que caen sobre mi ahora. En ese momento la maestra Carpenter nos dijo:

-Todos debajo de los pupitres niños.

Así obedientes nos escondimos debajo de los pupitres, entonces comenzamos a escuchar el bombardeo, algunos misiles por aquí luego humo y gritos, llantos y un tropel de gente gritando y vociferando a fuera, todos aterrados, otros escondidos, otros en silencio luego se abrió la puerta de golpe.

¡Salgan todos…todos salgan!

Creo que fue el maestro Jops quien nos dijo que saliéramos encuclillados y así lo realizamos, después en el pasillo nos formaron y bajamos las escaleras hacia el sótano donde guardaban las despensas y los útiles escolares, algunas sillas y otras cajas con cosas confiscadas a los alumnos.

Fue aterrador… ahí estuvimos casi 5 horas o 6, ya no estoy muy segura. Después el silencio, pero no era un silencio habitual… ¡Oh no! Era como decía mi papá, era como el frío antes del invierno, era de esos silencios que no son incomodos, pero que son muy parecidos a la muerte. Después de pasar toda la tarde escondidos, lentamente fuimos saliendo de nuestros escondrijos, la mitad de la escuela ya no estaba, todo el pabellón norte había quedado en ruinas, y algunas otras cosas como la escuela y el hospital. ¿No sé, porque siempre que bombardeen algún lugar, siempre bombardean los hospitales, las iglesias y las escuelas? Tal vez porque creen que son lugares donde mataran más personas, o tal vez porque en esos lugares siempre hay mucha gente reunida. Después de eso ya no tuve escuela, las clases me las daba mi padre y mi madre en casa, siempre en casa, nunca permitieron que regresara al colegio por la guerra… mi padre me decía que no por unas cuantas cátedras iba a perder otro hijo…

Mi hermano, porque saben, yo tenía un hermano gemelo, muy idéntico a mí, pero en niño, los dos pelirrojos de ojos azules cristal, todos llenos de pecas y enfermizos hasta morir, siempre agripados, con la nariz enrojecida y con las orejas infladas por la fiebre, si Alex le daba varicela a mí al día siguiente igual, si Alex estaba con tos o se caía minutos después me caía yo, ese día del bombardeo en la escuela estuve a punto de morir varias veces. Sin embargo, el destino se aferró a mantenerme con bien. Decía mi madre que era porque quería que vengara a Alex.

5 años después le cumpliría esa promesa a mi madre, tal vez por eso me aliste en la milicia, tenía sed de venganza, tal vez porque extrañaba a mi hermano, o simplemente fue azar, puras y llanas coincidencias venturosas para mí.

¿Pero saben? Eso de ver a tu hermano morir en pedazos no es tan agradable. A veces no lo niego tenía ganas de ahorcarlo, pero…era sólo el deseo de una hermana feliz de tener a su hermano aquí…Después de vengarme del capitán del ejército contrario, mi sed de venganza continuaba intacta, tal vez porque dos años después de la muerte de Alex, mi padre murió a manos de un militar de las fuerzas Nazis… no lo sé,… el solo iba por pan para darnos de comer a mi madre y a mí cuando un oficial de la SS saco su pistola y simplemente porque estaba borracho y eufórico le disparo sin piedad.Mi madre moriría al año siguiente de depresión y yo quedaría huérfana en una guerra cruenta y desalmada, fue abrazando a mi madre moribunda que decidí ser Alex.

Así que tome la navaja de afeitar de mi padre y rasure mi cabello, lo corte como hombre y me embroque la ropa de Alex, su acta de nacimiento y coloque entre mi entre piernas un calcetín simulando un pene, tal vez por ello no me violaron los malditos del ejercito de la SS. Fue en ese lugar donde conocí a Peter y Johan dos judíos que pertenecían a la milicia de defensa en contra de la SS Gestapo y el Füller Aleman. Yo una simple adolecente Polca venida a menos, con toda su familia muerte y que intentaba no sólo que no la mataran, sino que tenía algo más que simple sobrevivir, vengar a mi familia y amigos.

Peter y Johan fueron los que me entrenaron, y fui sumamente cuidadosa en pasar como hombre todo el resto de tiempo que me encontraría al frente de las fuerzas de espías de la Szare Szeregi. Y ahora estoy aquí, mirando a la gente pasar a mi alrededor, como si toda aquello historia fuera tan sólo eso historias de navidad para contarse en una cena cualquiera o anotarse en algún nuevo libro que hable sobre el holocausto nazi. Yo por mi parte siempre me llevare los secretos a la tumba… Soy abuela de una hermosa nieta y de una maravillosa bisnieta, tengo mis intereses aplazados entre la vida y la serenidad… pero a veces, sólo a veces me da por recordar… simplemente por recordar.

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