Me hundiré hasta el cuello de mierda

Me hundiré hasta el cuello de mierda

Roberto Gárces

05/04/2019

Toda gran historia comienza con un roce, una mirada y una ilusión inocente de dos almas decididas, dos extraños en la misma sintonía. El día en que uno se da cuenta de todo este gran avance intelectual es el día en que nos quitamos la venda que nos ha estado cegando desde nuestro nacimiento. Nacemos ciegos, nacemos sordos y mudos. Y así es como moriremos si no hacemos algo al respecto. Sin voz, sin opinión ni derecho.

Desearía nunca haberme quitado esta venda. Cada cosa que sabes, cada recuerdo y cada información retenida te persigue hasta el fin de tus días. Como un fantasma al acecho, esperando a que cometas un solo tropiezo…

Han pasado días, horas y años de experiencias, y lo peor es que mi camino aún no ha terminado (por desgracia.)

Lo único que me motiva a seguir adelante es… Bueno, realmente nada me hace seguir adelante. Por más que busque un motivo, por más que busqué una razón, no logro encontrarla nunca. Soy muy egoísta. Me gusta ver por mí mismo y nada más.

Nadie sabe en dónde estás, ni qué tan lejos o qué tan cerca. Nadie sabe lo que tu voz interior te susurra al oído. Tus pensamientos son realmente únicos cuando empiezas a descubrir la mierda del mundo. Cuando te quitas esa venda que te ha estado tapando la visión desde siempre. ¿A quién piensas llamar cuando todo salga mal? ¿Llevarás tu luz a un lugar donde sea bien apreciada? O, ¿simplemente cazarás con tu rifle desde el asiento trasero, observando a través de la ventana?

Las causalidades y los peinados setenteros nos hacen ver lo invisible con dos u tres shows por semana, dinero fácil para todos.

Siempre he pensado que el problema inicial en la vida de un hombre no es la violencia, ni los vicios, ni mucho menos los malos pensamientos. El problema número uno de un hombre siempre será una mujer. De eso puedo estar jodidamente seguro. Te hacen pensar y juegan con tu mente, todas están locas y quieren hundirnos de una manera u otra. Ellas quieren arrastrarnos hasta el fondo lo más que ellas puedan, quieren dejarnos tirados en la carretera solo con nuestros pantalones y sin nada más, quieren quemarnos vivos y quieren destruir nuestro tren del pensamiento. Todo ese tiempo que compartimos con alguien es valioso, y aún así hay personas sedientas de nuestro sufrimiento.

Orgullosamente he seguido adelante a mi manera.

Imagina una ruptura amorosa multiplicada por cinco mientras un enano te mea desde el techo. Así es como me siento todo el maldito tiempo. Desde que comencé a escribir, he encontrado una forma de desahogo más allá de la soledad y las botellas apiladas. He encontrado una forma muy íntima de hacer de las palabra algo mío. Esto es algo que nunca había sentido con anterioridad.

Observo con tanta delicadeza cada movimiento, desde cuando escribo y como agarro la pluma, como las paredes se humedecen, como ella solía fruncir sus labios antes de hablar malhumorada y como el último trago es el más amargo de todos.

Y, mientras sigo observando aquel oscuro vacío, todo a mí alrededor parece achicarse cada vez más y más, dejándome sin aire ni escapatoria alguna. Deseo salir, deseo correr y deseo ser libre. Necesito un objetivo en concreto como para poder decidir mi estúpido camino aunque realmente simplemente me dejo llevar hasta donde la corriente me quiera dejar. No me opongo.

Si el mundo quiere que me hunda de mierda hasta el cuello, me hundiré de mierda hasta el cuello.

Hubo un día especial que realmente no fue especial si te pones a analizarlo con delicadeza.

Hemos aprendido a vivir de recuerdos y estancarnos en el pasado, ¿porque carajo seguimos aferrándonos a algo que ya fué?

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