Whisky caro y unas cervezas después

Whisky caro y unas cervezas después

Roberto Gárces

05/04/2019

Veía a esa maldita la mayor parte del tiempo ( a Melina.) El mundo y la existencia misma parecían conspirar en contra de mi bondad y mi buena voluntad pues, en cualquier lado que volteaba a ver… su puta cara estaba ahí plasmada, mirándome con burla y desprecio.

Llegué a pensar en que, quizá y solo quizá; esto sería mi castigo. Que después de tantos años, el karma había llegado para cogerme violentamente con repudio hasta hacerme pagar por todos los pecados cometidos. Yo nunca fui el idiota de nadie pero en estos días, lo era de todos.
Estaba seguro de que necesitaba alguna alternativa al suicidio, algo con lo que mantener mi mente ocupada y realmente no tenía ni la más mínima puta idea de cómo lograr eso. Caminé, caminé y caminé, pensando en cómo “mantener la mente ocupada” mientras bebía.
Siempre pensaba mejor cuando bebía.

Pensé en algo mucho mejor.
Fugazmente pensé en Belén. Ella era una chica resignada, una rebelde sin causa de la vida y eso a mí me ponía loco. Sin duda alguna estoy, seguro de que ella era la chica más interesante que había conocido en los últimos 5 años (y eso que he conocido a muchas en ese lapso de tiempo.) ella era increíble, ¡estaba completamente loca! Y de la manera más literal posible…
Siempre que tomaba, le mandaba mensajes diciéndole todo tipo de cosas, entre ellas lo mucho que me llamaba la atención, en cómo me gustaba la manera de siempre hablarle mientras estaba intoxicado, como me gustaba ver su trasero o incluso como la amaba y estaba seguro de que éramos tal para cual.

Siempre volvía a ella, arrastrándome en mi soledad y ella me recibía con los brazos abiertos. Siempre que le llamaba estando ebrio, ella estaba colocada hasta la punta de los pies. Me enviaba vídeos de cómo fumaba hierba y yo le enviaba vídeos de cómo abría mis botellas nuevas y les quitaba lentamente el celofán, como giraba la tapa y me servía el primer trago. Era excitante saber que ambos estábamos igual de jodidos y devastados.

Ella era una alma rota, se odiaba a sí misma la mayor parte del tiempo pero, a mis ojos (sobrios o alcoholizados) ella era fantástica.

Anoche compré un whisky bastante caro. Y, después de beber unas cervezas con anterioridad, regresé a casa sin la esperanza de que algo bueno pasara en la madrugada. El auto paró, pregunté cuánto le debía al conductor y luego pagué y finalmente me dirigí torpemente hasta la puerta, estaba demasiado borracho como para pensar y coordinarme correctamente.
Saqué las llaves y estuve al menos tres minutos tratando de meter la llave en la cerradura para poder entrar a mi casa, hasta que finalmente lo logré y entré.

Me quité la chaqueta, arroje las llaves y puse mis lentes en la mesa, estaba listo para irme a dormir porque iría a trabajar a las ocho de la mañana… Eran ya las cinco de la madrugada.
Iba a dormir tres malditas horas.

Me impresionaba mi manera de beber, y el cómo yo lograba despertar al día siguiente, listo para ser productivo y trabajar.

– Hola. – le mandé un mensaje a Belén.-

No contestó.
Decidí abrir aquella botella cara de whisky que había comprado, puse Pink Floyd, comencé a beber y luego de unos largos tragos, terminé «cómodamente adormecido.»

Mi celular vibró. Lo busqué entre las sábanas sin resultado alguno. Seguí el cable de los audífonos con mis dedos en la oscuridad, muy lentamente. Conseguí encontrarlo después de un par de minutos.

“MOVISTAR TE REGALA EL DOBLE DE TU RECARGA”
Era de esperarse. Nadie nunca me llama. Solo me llamaba mi compañía telefónica para darme promociones estúpidas o para intentar quitarme mi puto dinero…

Seguí bebiendo en la oscuridad.

Mi espalda en contra de la pared, mis pies descalzos en la suave cobija aborregada, mi entumecimiento facial y mis labios con sabor a whisky eran la mejor sensación del mundo. Eso era de mis mayores placeres. Disfrutar de mi soledad y alcoholizarme en el licor de la nostalgia…
Escribí un par de poemas y opte por simplemente observar la penumbra en silencio. Escuchaba a los vecinos divertirse de fondo, risas, música de mierda y señoras borrachas. – Bueno… al menos ellas se divierten. – pensaba-
Al cabo de un rato, llegaron las canciones que más me dolían, la melancolía se hizo más fuerte. Welcome to the machine, un clásico.
Como me calaba esa hermosa canción de mierda. Bebí con más intensidad. Me recordaba tiempos difíciles los cuales habían ocurrido recientemente. El rechazo y las mentiras, eran el pan de todos los días. Bebía para olvidar y olvidaba para beber.

El celular volvió a vibrar. Vi que era Belén. Comenzamos a charlar, yo estaba ebrio y ella, (a kilómetros lejos de mí), estaba drogada. Ella me hacía olvidar mi vida de mierda, aunque fueran unos cuantos minutos… Ella me hacía sentir seguro, me hacía sentir en casa. Juntos éramos una pareja desastrosamente perfecta.
Decidí llamarla. En mi estado de ebriedad yo era completamente invencible. No tenía miedo a nada y hacía cosas increíbles. Era el tipo más carismático en el puto mundo y eso realmente servía con las mujeres. Era divertido, sexy e incluso llegaba a ser interesante bajo los efectos del alcohol. Me divertía como llegaba a ser la mejor versión de mi mismo.
Esa noche inicié algo con Belén. No recuerdo la conversación por lo ebrio que estaba pero, sé que empezó una clase de relación entre ella y yo.

Algo estaba comenzando.

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