No me reconozco.

Desde tu marcha no me reconozco, no sé quién soy. Me miro directamente a los ojos y no sé quién es ese chico alicaído que refleja el espejo. Lo único que tengo claro es que ese chico no soy yo. No sonríe, su gesto muestra completa pasividad y tristeza. Denota un semblante de completa agonía y desazón. Puedo observar una ligera brecha oscura en su pecho, también un nerviosismo en su mirar como si estuviera tratando de buscar algo que ha perdido. Tiene los ojos llenos de rocío y regados por sangre. Tiembla por miedo, un miedo que era una premonición. Su mundo se cae, todo se vuelve más confuso y se desorienta. Su tiempo deja de correr. Se calma, volvemos a mirarnos fijamente. Pensándolo mejor, creo que ese chico del espejo si soy yo.