Cementerio de palabras…

¿A dónde van las palabras que no decimos?

Aquellas que buscan desesperadamente una salida para expresar «me duele», «te extraño», «regresa». Rondan por nuestras cabezas infinitamente, tratando de encontrar el momento preciso, el destinatario adecuado. Pasan los días, buscan las oportunidades, están por lograr su misión; pero se encuentran con un tope alto, brusco y violento. Con cada día que pasa, las palabras encarceladas lentamente se van hinchando con la frustración de tener su libertad condicionada. Crecen hasta que dejan de caber dentro de nosotros y estallan, llevándolas a una muerte ciertamente anunciada.

Sin duda alguna, si buscamos en lo más recóndito de nuestro ser, encontraremos un cementerio lleno de vocablos que nunca vieron la luz de día; esperando silenciosamente y con la ilusión de que su receptor en algún momento las encuentre.