Mi pecho arde, me duele la cabeza, la luz cual túnel al fin de camino me absorbe, mis manos tiemblan mientras se van endureciendo, congelando, mi piel cual papel en blanco, mi mente a punto de explotar ¡boom! este corazón se para, empiezo a perder el sentido y al caer las paredes y el cielo son ese último paisaje el ocaso susurra, adormecida cual principiante fúnebre, dejo rápidamente de sentir, por lo cual un descanso casi manipulante me acoge, contrario a mis fuerzas el suelo me atrae, una sensación frívola funde mi piel, sin vida, me atrapa, una llamada alarmante, errante, la muerte presa de la inmortalidad, pobre el mundo te deja atrás, por fin me recoges, me marcho, sin vida este cuerpo se olvida, mi alma vuela ya sin penas, cual drogas, sin límites, esperando volver a casa donde todo termina y todo empieza, pero antes de partir ya para siempre, en mi camino, susurro en el oído del poeta, unas tristes frases, poemas de amor y de tristeza que quise escribir un día, pero una sensación me invade entre tanta insensibilidad mía, pues los labios de este poeta fueron labios que anhele en vida, tontos pensamientos, arrepentimiento, pero el tiempo ya voló como una mariposa llevándose en sus alas el velo que revela el final de mi vana existencia, bajo esa sonrisa lloraron y rieron, su extinción, el poeta llora sobre el baúl nadie se inmuta, abriga su pecho, madre, tu hijo llora, polvo de estrellas sus lágrimas brillan sin cesar, demasiado serio, vulgar terrorista quien me robo el aliento he hizo latir mi corazón, pero eso lo guarde no lo demostré ¿para qué? eso no cambiaría nada solo me rompería, recuerdo que diría mi madre “le das ánimos mientras tú te rindes y avanzas a un lado del camino” niña terca derrotada al despertar, pero no hoy, hoy me marcho dejándolo atrás todo, todo lo que cargo, adiós poeta extraño amado, adiós mi vida belleza perdida, preciosa muerte espero a tu lado resguardar mi alma partida, quebrada la cual olvide reparar, he esperado el tenerte entre mis brazos toda mi vida, apreciada, salvadora mía, después de todo y antes que nada gracias por poner fin a mi agonía me pierdo en el hondo vaso de cristal, mientas un arroyo de sentimientos revela aquello que al llorar dejo atrás, necesito un bote para atravesar este mar de lágrimas que intenta hundirme, pero ya no es necesario ya puedo descanzar.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS