A los hechos me remito

A los hechos me remito

Serafín Cruz

03/04/2019

Decía Groucho Marx: «Hay personas que, a pesar de ser puntuales, se les nota el retraso.»

Dudo que tal reflexión fuera una crítica a las personas con alguna discapacidad mental, pues la ironía histriónica del recordado actor cómico, que yo sepa, jamás tuvo enemigos por sus citadas reflexiones. Presumo que el retraso al que hacía referencia con su célebre cita no es, ni más ni menos, que el mermado intelecto o, como decía mi abuela, que en paz descanse, la falta de entendederas, que haberlas «haylas».

Cuando se obra con inteligencia, el resultado suele ser fructuoso, pero no escapa la inteligencia del menosprecio, pues, como decía mi abuela (otra vez recordándola): a toro pasado, todos somos toreros.

La prueba más indicativa de la falta de inteligencia es la ausencia de la duda, actitud acreditada a los necios y a los idiotas. No en vano, el erudito escritor argentino Jorge Luis Borges citó: La duda es uno de los nombres de la inteligencia.

Sobre la ignorancia, otro modo de retraso, se expresaba el gran científico alemán Albert Einstein: «Todos somos muy ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas.» Nada más cierto, pues, ciñéndome al refrán, y esperando que mis palabras no sean malinterpretadas, sabe más un tonto en su casa que un listo en casa ajena.

No desmerecía de elogios la cita usada por el escritor español Baltasar Gracián, en la que decía: «El primer paso de la ignorancia es presumir de saber.»

En cierto modo, tanto ‘retraso’ como ‘ignorancia’ pueden entenderse como conceptos similares, y éstos no siempre acarrean malas reputaciones pues, tal y como acertadamente advirtió el escritor italiano Alberto Moravia, «el ignorante tiene valor; el sabio miedo». Y no estuvo menos acertado el filósofo Joaquín Setanti al referirse a la necedad, que no es más que una muestra de poca inteligencia, o sea, de retraso: «Es mejor estar entre dos locos que cerca de un necio».

Tengo el firme convencimiento de que la estupidez es la mayor muestra de falta de inteligencia. Sobre ello, el novelista y filósofo galo Albert Camus, se pronunciaba con una cita tan escueta como contundente: «La estupidez insiste siempre.»

De llevar a los extremos, la idiotez, la necedad, la ignorancia o el retraso, no es consejo de sabio menospreciar tales «defectos» pues yo mismo sería idiota si así lo hiciera, y necio por creer que así pudiera ser, e ignorante de las sorpresas que puede acarrear infravalorar a cualquier persona que actúe anteponiendo su «debilidad»… cualquiera de ellas.

Por natura somos seres defectuosos, y, como nos retó nuestro Señor Jesucristo, el que esté libre de pecados, que tire la primera piedra. Y Dios nos libre de enjuiciar abiertamente, pues, tal como pudo verse en la famosa película El crimen de Cuenca, podríamos estar obedeciendo a un craso error, y ello podría dar lugar a que lamentásemos luego haber culpado a un inocente, o a dos… y eso, amigo mío, no es de inteligentes.

Serafín Cruz’19



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