Idiota, te quiero

Idiota, te quiero

Rebeca Dahl

23/03/2019

Y no es que sea asunto tuyo

ver como el corazón se me deshila con el paso del tiempo

y el alma se me escurre entre las piernas cuando te pienso tan distante.

Y tampoco es culpa tuya que haya decidido explorar con los dedos

el espacio en tu pecho donde falta el jardín que me sobra en las caderas.

También sabía que me darías la espalda apenas me vieras desnuda.

También sabía que nunca recibirías ninguna de mis cartas,

porque no las enviaba.

Sabía,

cuando te vi sonreír que arrancarías la dignidad a mordidas,

y pasarías la lengua sobre mis cicatrices para que dolieran.

Te di las alas,

las noches, el sueño,

los senos,

la esencia de mi libertad impresa en la espalda.

Me devolviste deberte insomnio,

las ojeras,

las sanguijuelas que me arrancan la vida cada que te veo pasar alado de alguien más.

Y no es asunto tuyo recordar que me arrojaste como el premio de una pelea de gallos.

Y no espero que sientas a mi lado los picotazos,

y no espero que veas mi carne a tus pies,

y no espero siquiera que cobres las pobrezas por las que me dejaste.

Y ya que no quiero ser nada de ti, que me voy de ti.

Y de seguro entiendo que mi huella se ha disipado apenas sentiste temblar tu piel con otro aliento,

con otra mujer,

con alguien que entienda tu incapacidad de amar.

Por eso te recuerdo,

miserable,

que te quiero.

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