Ahora está esperando y desconfía, pero cuando supo que tenía Alzheimer, expresó claramente su voluntad de tener una muerte digna y a tiempo.

Cuando la enfermedad avanzó y ya era intolerable para él y los demás, acudimos a solicitar la eutanasia.

Constantemente preguntaba porqué lo llevábamos.

Cuando me cansé, le mentí, le dije que para hacerle un estudio.

  • ¿No irán a matarme, no es cierto? No le contesté.Cuando, según las leyes vigentes, el médico le preguntó si estaba decidido a morir, contestó que no, que quería volver a su casa con su mujer y sus hijos.Hacía años que vivía en un geriátrico y su esposa, mi madre, hacía años que estaba muerta y sus hijos teníamos nuestra propia vida hacía tiempo también.El médico me miró con un gesto de censura.
  • Papi – Le dije – Te van a dar una inyección y al fin vas a poder descansar.Es lo mejor.
  • Si mi hijo dice que es lo mejor, entonces proceda doctor. Y dirigiéndose a mi: – Lo que vos digas para mí es sagrado.Sabés cuánto te quiero y cuánto en vos confío.

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