Flotando voy de espalda.

Mucha gente allá lejos en esa orilla parada en la arena pero no los escucho.

La tranquilidad y el sonido tibio del agua, que entra en mis oídos para calmarme el alma.

Hacia arriba estoy contemplando el cielo azul de verano.

Los pájaros siguen acechando, esperando el momento oportuno de hacer su jugada maestra.

mientras los peces saltan de vez en cuando a tomar aire o intentar el desafío de no ser atrapado.

La corriente me lleva de a poco

Las olas que, adentrado en el mar, son muy pequeñas y que a medida que van avanzando se agigantan explotando en la orilla con mucha fuerza para luego recogerse y volver a salir.

Nado un poco más para llegar a mi objetivo.

Respiro y expiro tranquilo.

La bolla me esperaba, la tomo y me ayuda a flotar y descansar.

El horizonte aún se ve muy lejano y la embarcación pequeña que va navegando, alejándoce cada vez más.

Doy la vuelta para contemplar otra perspectiva

Allá, lejos aún, están todos

se ve diminuta la multitud y a esta distancia ya no los escucho; siendo esta la mejor gratitud.

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