«Ya ha caído la noche.

Tiemblo y tiemblo de frío,

no termina el martilleo, que deja mis suelos rotos,

y mis brazos,

distraídos.»

,  

El Parkinson es ese río,

con el nombre de extranjero,

que ha tirado de bruces, mis lágrimas olvidadas…

por el suelo.

Es una cinta manchada de barro,

que va a anegando mi casa,

suelta los musgos hambrientos

que mastican …

sus paredes blancas.

,

Y en verdad que me disgusta,

cuando su salvajes lodos

arrastran mis verdes ramas.

Las que quedan, titubean …

no comprenden lo que pasa.

Y es que el eco entrometido, ha dejado a mis diez yemas,

que murmuran traicionadas,

confusamente…

ciegas.

,

Está lima herrumbrosa,

rapaz de todas las noches,

no quieren que interrumpan…

sus derroches.

Humedece las paredes,

rompe todos los pestillos,


lame profundos cimientos, agujerea los techos,

de lo que más humanos tengo…

mis manos.

,

Mas, conocer este río,

me ha enseñado la prudencia,

cuando remonto la cuesta

con mi remos aturdidos.

De sus aguas encrespadas

ya conozco sus orillas raras.

Que aunque estén improvisadas,

sé sus muchos recovecos,

donde quedan guarecidos mi red, mi candil, mi barca…

por un tiempo.

,

Pero lo que más me entusiasma,

son las sombras de otros dedos…

que me abrazan.

Van pegándose a los míos,

que conocen desde el tiempo en que tenían…

alas.

Muy juntos vamos remando,

para que sepa alejarme,

de las aspas del molino,

que pretende con su furia,

que abandone mi camino,

y te juro…

no ha podido.

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