Animales disecados

Animales disecados

Aurelio Acero

24/03/2017

Cuando viajo observo a las personas y las ideas inundan mi cabeza. Cavilo, imagino sus vidas, imagino la mía. Contemplo los paisajes y las vistas corren rápido junto a la ventanilla del tren, se desplazan ante mis ojos. Y justo en el momento de máxima saturación, cuando salgo de mi ensimismamiento y quiero volcarlo todo en el papel, en ese instante, me vacío. Me bloqueo y ya no hay nada…

Las ideas son tímidas, nos perturban y se alejan para que solo podamos percibir su presencia, para que no las capturemos en cárceles de papel, porque saben que ahí es donde el tiempo mata su virtud. Como el animal disecado que fue bello cuando vivió y ahora solo muestra una esperpéntica imagen de sí mismo. Un intento estéril de representación que jamás será lo que realmente fue.

Aún con todo me empeño en atraparlas como un furtivo, a sabiendas de que todas las hojas de éste cuaderno, escritas, no valdrían lo que un solo segundo de pensamiento verdadero. Por qué hacerlo entonces? Porque necesito recordar que lo sentí, que lo imaginé, que lo soñé. Y aunque nunca será esa idea, pese a que el animal disecado jamás cobrará vida. Al menos, me quedará el consuelo de saber que un día lo contemplé vivo y real.

Tal vez, dentro de mucho tiempo y al igual que el cazador, contemplaré »mis animales disecados» y me daré cuenta de que realmente ya no tengo nada…porque sólo lo tuve una vez.

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