Carta sin entregar

Carta sin entregar

Natalyna Roes

26/02/2019

Para H.Pablo A

Montevideo, Uruguay.

Somos de mundos tan distintos que ni siquiera son paralelos. Son distantes y desfasados.

A esta altura no quiero caer en cursilerías, pero de chicos queremos ser grandes para hacer lo que queramos pero de adultos nos damos cuenta que vamos construyendo una estabilidad en nuestra vida que no podemos derribarla así como así.

Que aun siendo independientes vivimos en sociedad y eso lleva a que por desgracia o fortuna lo que hacemos tenga repercusión. Vivimos en un mundo de consecuencias. Vivimos los resultados de lo que decidimos hacer.

Y ahora de adulta viendo que es así me da algo de bronca. Esa magia ilusa se va desdibujando con el tiempo y creo que por eso nos volvemos (o me vuelvo) racional.

De aquella vez, creo que lo mas sincero fue cuando nos tomamos de las manos y nos preguntamos si éramos felices.

Ambos contestamos que ‘no’.

Entonces que sentido tenía arrastrarnos mutuamente a nuestros modo de vidas, a nuestros pensamientos?

Me dijiste muy en claro que «vales la pena», y yo pienso que sí, que vales la pena, la alegría, el llanto y la sonrisa, el coraje y el miedo, la locura y la razón. Vales mucho…pero no todo.

Trato siempre de buscar el motivo a las cosas, como por ejemplo por qué nos cruzamos.

Entiendo la inmensidad de este mundo y se muy bien que de otra forma quizá ni nos teníamos en cuenta y hasta perdiéramos la cabeza por otro. Al final del día solo repaso mi nota mental de que las emociones no dejan de ser productos de cuestiones psicológicas y eso es un arma para echar por tierra cualquier sentimiento no bienvenido.

Pero así somos. La gente normal tiene emociones y nosotros somos mas intensos aún.

La gran paradoja es querer cambiar al otro cuando nos gustó así.

Aun pudiendo convertirte en otra persona, perdería toda magia.

Mas vale esa magia real con o sin dolor que un capricho satisfecho.

Aun sí te llego a cruzar en otra vida, si tan solo ahí sí existiera la oportunidad de un «comencemos», tampoco sé si la tomaría.

Nos encanta hacernos los superados cuando la vida nos da un golpe en la cara y te muestra que no todo es como querés.

Pero tras un «lo hago» viene el «que pasa».

Y si mi humor sarcástico y un tanto inoportuno cansa? Si a la nostalgia la dejo que pase y me haga escribir? Si soy tan intensa que sofoco? Tan extrovertida que intimido? Tan sincera que duele?

Si así es, cualquier magia que halla habido solo se va a esfumar.

Quedarse con la fantasía del qué hubiera pasado muchas veces es lo mas sensato.

Siempre digo que errar es de humanos y dos veces es de pelotudos. Me equivoco en la vida, sí, y cuanto siento aún hoy varios errores.

Pero uno se apodera de ese pensamiento y lo tomo como arma junto con el humor.

Todos vivimos cosas y a las patadas aprendemos a como tomarnos lo que viene. Así no me habrás conocido pero así me convertí.

Con todo esto dicho está mas que claro que soy consciente que también valgo la pena! Pero nunca lo digo, se que el hombre que lo note va a estar. No es necesario decir quien uno es para conquistar.

Que se quede el que lo note y le interese pero no divulguemos que creemos que valemos la pena.

Ambos nos creemos un buen paquete pero para quién?.

A veces la manía de rotular me gana y eso creo que lo notaste.

Yo sí te rotulo lo que me pasó contigo y hasta me da para explicarlo.

Uno admira a alguien pero debajo de las admiraciones siempre se esconde algo.

Comencé por admirarte. De vos aprendí mucho y es así. Pero te subí de nivel y pasaste a ser alguien a quien yo miraba hacia arriba.

Luego, y no de la noche a la mañana sino que luego de casi 8 años te cruzo, te veo, recordamos, me explicas algunas cosas y ahí…ahí el norte se fue al carajo.

Algo se desacomodó.

Esa admiración era reconocer la fortaleza que tenes, ese espíritu aguerrido, mandado, independiente, pero algo soñador. Demasiado terco, hablas mas que escuchar. Esa manera de observar. Esa línea de ridiculez que le pones a algunas cosas. La pasión con la que te expresas. Y vaya a saber cuanto mas.

Y tuve que ser sincera, no me atrevía a hacerte daño ni a jugar contigo.

Y me armé de valor para decirte que no y terminé explicando cosas que ni se pudieron entender.

Creo que uno no va por la vida dando explicaciones pero así lo hice en ese momento.

Me preguntaste en voz baja a qué tenía miedo. Tengo miedo de perder el control, de toparme con una consecuencia que no espere, que pueda atentarme. De enamorarme y no solo eso sino también de no ser correspondida. Y aun si fuera correspondida, todo lo que se viene en contra. Pero en eso que todo se desata el tiempo pasa y según la velocidad se convierte en enemigo.

Miedo de si optábamos por ir para adelante tener que dejar un poco bastante de nuestra esencia.

Te doy un motivo terrible de peso para que digas «de la que me libré!».

Y en esa seguimos, cada uno con nuestras cosas.

Yo viviendo lo mío y vos lo tuyo.

No mentí ni exageré cuando te dije que te ganaste un espacio en mi vida.

Si hubiera sabido que lo de aquella vez me iba a dejar una especie de nudo en el pecho…no hubiera ido.

Tan mandada que soy para muchas cosas y tan reservada que soy para mí.

Al menos en un nivel consciente, no lo planifiqué para que saliera así.

A veces no es el momento adecuado, ni la persona, ni la vida.

Vos seguís con un Penthouse en la 5ta avenida dentro de mi corazón.

No es una declaración. Solo algo que tenía que salir.

Ojalá, de verdad, siempre te sientas realizado y feliz. Y que aparezca alguien que no le tengas que decir «valgo la pena».

Abrazo

Natalyna Roes

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