Y estábamos ahí justo en esa hermosa cabaña a la orilla del mar la chimenea nos brindaba su calor en esa lluviosa tarde, tú y yo recién nos conocíamos y entre pláticas risas y jugueteos el calor en nuestros cuerpos se hizo notar, mojabas tus labios suavemente con la punta de tu lengua mirándome seductoramente y mordiendo tus labios te avalanzaste sobre mi dejándome callado con un caliente e intenso beso que llevo mis manos a acariciar tu cuerpo, comenze por tus delgados y blancos brazos seguido por el costado de tu cuerpo rozando apenas el contorno que forman tus pequeños pero tan sensuales senos, pasó mi mano izquierda a tu nuca hundiendo mis dedos en tu frágil y hermoso cabello mientras con la derecha rodeaba esa cintura que me vuelve loco para con ella estrechar tu cuerpo contra el mío, metí tus piernas por debajo de mis brazos para llevarte cargando hasta la alcoba abrimos la puerta solo empujándola con tu espalda para después recargarse contra la pared sin dejar de cargarte, sin dejar de besarte, donde atravez de la ventana y con esa rojo cortina de satín abierta se miraba la lluvia caer, el deseo aumentaba junto con nuestra respiración y nuestros cuerpos chocaban con intensa pasión, mi lengua se deslizaba sobre tu cuello pasando suavemente sobre tus hombros hasta quedarse hundida en lo perfecto de tus senos, tu cuerpo no paraba de moverse y junto con el mío danzaban en un calzado de placer, con suaves movimientos me regalabas de tu cuerpo su lugar más sagrado tu agitada respiración provocaba en mi una gran exitación, el clímax llegó a su máxima expresión deteniendo por completo nuestros movimientos casi sin respirar nos quedamos en silencio solo observandonos, yo, acariciando su cuerpo con las yemas de mis dedos, recostados en la cama beso sus hombros tu a mi lado derecho a medio enredar con la púrpura sábana, me mirabas y entre sonrisas coquetas disfrutamos juntos mirar la lluvia caer.

– Renne Escalante –

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