Gran Niebla de 1952 en Londres y Venezuela hoy

Gran Niebla de 1952 en Londres y Venezuela hoy

Indiana

19/02/2019

Alex Irausquín F.

26-05-18

Como previo a la relativamente pequeña reseña que puede encontrarse en Wikipedia sobre la «Gran Niebla de 1952 en Londres», la cual ocasionó una grave crisis en esa ciudad y una mortandad sin precedentes por causas comparables (12.000 londinenses murieron y 100.000 se enfermaron, algunos gravemente), es «importante y pertinente» saber que el Primer Ministro de Inglaterra por entonces, Winston Churchill, nadó a contrapelo de la opinión pública y el gobierno, incluyendo la futura reina Isabel II en pleno interregno en aquella crisis, en medio de la cual todos ellos le exigían tomar acciones inmediatas al «viejo decrépito», a quien consideraban incapaz de hacer algo concreto para salir lo mejor librados posible de aquella catástrofe en pleno desarrollo, y a la que nadie veía fin en aquel momento.

El «viejo decrépito» obstinadamente decía: «niebla es sólo niebla y en algún momento pasará, y se irá».

Cuando su joven secretaria personal fue arrollada por un autobús (creo que uno de los típicos londinenses de dos pisos), «el «viejo decrépito» al enterarse corrió a verla al hospital, donde había decenas o centenares de personas muy afectadas por la niebla (mezclada con sulfuro de azufre o algo parecido que emitían algunas fábricas de la región), e incluso algunos muertos.

Cuando «el «viejo decrépito» llegó al hospital, su joven secretaria personal ya estaba enteramente cubierta por una sábana blanca, porque había fallecido.

Entonces, «el viejo decrépito» al descubrir el cadáver para ver su rostro, tembló y lloró amargamente, recordó lo que poco antes ella le había contado sobre su admiración hacia él cuando él había ido a la India, aún colonia británica (no precisamente a cazar tigres de Bengala). Vio al pueblo sufriendo a pocos metros de él y ya no siguió temblando y llorando: pensó.

Antes de abandonar el hospital un funcionario del gobierno vino a avisarle al «viejo decrépito» que a la soberana (aún no coronada) le urgía hablar con él, y siguió pensando.

«El viejo decrépito», pero antes que nada gran estadista, concretó sus pensamientos y comenzó a actuar.

Le pidió al funcionario de gobierno que avisara «convenientemente» a toda la prensa que él estaba en ese hospital, y que todos los periodistas acudieran allí.

También a la soberana (aún no coronada), que hablaría con ella en la mañana del día siguiente.

Toda la prensa abordó a Churchill esa misma noche, justo cuando «casualmente» iba saliendo del hospital, y allí informó oficialmente, sin ningún miembro del gobierno a su lado, lo que inmediatamente se iba a hacer ante la crisis ocasionada por la maléfica niebla mezclada con la contaminación emitida por las fábricas.

Fue tal vez un discurso de tres minutos, o menos. Muy breve en cualquier caso.

A la mañana siguiente, muy temprano, cuando «el viejo decrépito» estaba ya ante la soberana (aún no coronada), pero todavía a varios metros de ella, la niebla se fue y el sol por fin alumbró Londres después de 5 días enteros de oscuridad.

Ahora, ya suficientemente adentrados en el siglo 21, yo en Caracas pienso: los venezolanos dentro y fuera de Venezuela aún seguimos sin ver luz tras 20 años de la larga y muy oscura noche que ha representado para todo el colectivo venezolano la superimposición de un régimen, que no gobierno, de tipo autoritario, militarista, dominado por una «ideología pastiche», mezcla de los ideales políticos del libertador de cinco naciones Simón Bolívar, con los preceptos del socialismo expresados por Karl Marx y Friedrich Engels en el «Manifiesto comunista», y años después sólo por Karl Marx en «El capital»; altamente inspirado en la «Revolución Cubana» liderada por Fidel Castro, como también en otros «revolucionarios menores» como Ezequiel Zamora, pulpero semianalfabeto que un día salió como Alonso Quijano, pero sin su nobleza, a hacer justicia por los caminos de Venezuela (que no de la Mancha), o un tal «Maisanta», ladrón de ganado y supuestamente también revolucionario ancestro de Hugo Chávez…más otras tantas idelogías e ideólogos tomados de aquí y de allá, siempre a conveniencia, desde el «Libro rojo» de Mao hasta el «El oráculo del guerrero» del chileno Lucas Estrella Shultz (en una época a la venta en quioscos, librerías y semáforos de Venezuela), pasando por el «Libro verde» de Muammar Gaddafi (quien recibió de Chávez la espada de Bolívar), entre otros tantos; y que se presenta ante todos como un gobierno socialista, sólo como excusa para captar a la mayor cantidad de personas pertenecientes a un pueblo harto de gobiernos «democráticos», indudablemente corruptos y mayormente ineficientes, pero que en la realidad es un mezclote disparatado, y cuyos miembros principales primero intentaron arribar al poder por la fuerza en 1992, dos veces el mismo año, y tras no lograrlo entonces arriban al poder en Venezuela por la vía electoral, apenas seis años después, en 1998, como suelen arribar los gobiernos populistas del mundo: un líder carismático que habla como el pueblo, se presenta como uno más de ellos («el pueblo soy yo») ante un pueblo con grandes necesidades, cansado e indignado tras tantos años de malos e injustos gobiernos que nunca cumplieron las promesas que les hicieron a ellos y siempre los excluyeron, por lo que ven en el carismático líder, ni más ni menos, a un «mesías redentor», permitiendo de buena gana que, efectivamente, gobierne en su nombre, mayormente con ánimo de múltiples venganzas que sienten como justas, de resentimientos que nunca se quitan tras tantos años de exclusión y apartamientos por parte de los gobiernos «democráticos», y que muy probablemente lo fueron sólo al principio, cuando las buenas intenciones aún no se habían contaminado lo suficiente bebiendo las finalmente deletéreas mieles del poder…deletéreas para el pueblo bajo el poder transformado en exclusión primero y yugo después (en el caso particular de Venezuela).

Por último, a ojos vistas de todos, tenemos un país antes llamado Venezuela o «Tierra de gracia», así bautizado por Colón apenas llegó a estas tierras paradisíacas cuando vírgenes, hoy día absolutamente destruido y habitado por un pueblo hambriento y enfermo, otros tantos un poco menos desafortunados que sobreviven con un nivel de vida mucho menor que el que por años pudieron disfrutar luego de mucho trabajo, y «pasando muchos trabajos», así como progresar y darles a sus familias una mejor calidad de vida que las que ellos tuvieron cuando comenzaron, que aún no pueden saber cuándo acabará la larga noche, pero a pesar de todo sigue manteniendo la esperanza de que algún día vuelva la luz, como volvió en Londres en 1952, tras cinco días de oscuridad ocasionada por una niebla maligna, causante de muchos sufrimientos, enfermedades y muertes, de la que durante esos cinco días nadie podía saber con certeza cuándo se iría por fin.

Gran Niebla de 1952 en Londres – Wikipedia, la enciclopedia libre

La Gran Niebla de 1952 en Londres fue un periodo de contaminación ambiental, entre los días 5 y 9 de diciembre de 1952, que cubrió la ciudad de Londres. El…

ES.WIKIPEDIA.ORG

https://es.wikipedia.org/wiki/Gran_Niebla_de_1952_en_Londres

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