Se despertó y sintió un dolor en su espalda, había tenido una mala noche y su brazo izquierdo era el afectado. Intentó pararse, pero el dolor en su espalda no se lo permitió. Espero en cama aproximadamente unos quince minutos para que el dolor desapareciera. Se hubiera quedado en cama, pero recordó que era día de clases, aunque no sabía ni siquiera en el año en el que se encontraba.

Tomó fuerza de voluntad y se levantó. No pasaron cinco minutos para que su perro se abalanzara a saludarlo, batiendo su cola que pegaba como látigo en sus piernas.

-Basta Seymour, le dijo a su perro; un Border collie, de estatura promedio, bastante juguetón y con apenas dos años de edad. La tía Josefa vino desde Inglaterra para regalárselo en su cumpleaños dos años atrás.

-Baja a desayunar que se te hace tarde, habló mamá desde la cocina.

-Bajo en un instante, a penas acabo de levantarme y mi cara está peor que la de un anciano decrépito, respondió él desde el baño.

Se alistó lo más rápido que pudo, desayunó a medias, apresurado por el reloj que marcaban las 6:45 a.m. recordó que ya iba tarde, pues tenía clase a las 7:00 a.m y sabía muy bien que si llegaba tarde, el director Fabio lo iba a tener recogiendo basura y limpiar el patio al finalizar la jornada.

Mamá lo despidió con un enorme beso en la mejilla, acompañado de la bendición

-Te quiero mamá, devolvió el gesto de la bendición y fue desapareciendo poco a poco entre las casas del vecindario…

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS