Ahora te llaman «El Pulga»

Ahora te llaman «El Pulga»

<< Y sí Señor Comisario yo le cuento sobre el “Pulga” todo lo que quiera total ya está muerto y nada ni nadie lo va a revivir o a condenar, pero si no se hubiera metido el maricón del gordo Medina, el Pulga de cuerpo presente podría estar hablando con usted. Con el “Pulga” fuimos a la escuela juntos y nacimos y siempre vivimos cerca del Mercado de Abasto. A veces cuando las familias teníamos plata alquilábamos una casa o un departamento, y cuando venia la malaria nos mudábamos a una casa deshabitada y con suerte nos quedábamos ahí para siempre. En el Mercado nunca faltaba la comida, tal vezun poco pasada pero se podía comer. Cuando había monedas la comprábamos o nos fiaban, y si no el Pulga se la agenciaba. >>

<< Claro siempre el Pulga, vos no. >>

<<Y si el Pulga está muerto y el único que puede ir en cana soy yo.Y fue en una tarde del verano del 67, del Verano que imaginó Piazzola tiempo atrás, cuando teníamos 15 años, a eso de las cinco caminaba con quien todavía era el Leo por el pasaje De Las Ánimas viniendo de la calle Los Verduleros rumbo al Mercado de Abasto, porque cerraba a las seis y siempre necesitaban chicos para acomodar y limpiar para empezar al otro día.Mi amigo como siempre rozaba la pared en profundo silencio para poder escuchar el ruido de los borceguíes, las sirenas de los patrulleros o el tintinear de las monedas según él decía, con no más de diez personas que andaban por el lugar, también muy callados para, como dice la tradición, no molestar a las ánimas. Solo se adivinaba el revoloteo de una milonga o un tango rumiado, cuando el estruendo de un disparo nos conmovió a todos. Para mí fue de unaBallester-Molina calibre 45 de las viejas tal vez del levantamiento del 46, capaz que era de bala casera con punta hueca por el bruto olor a pólvora que dejóy aunque no vi el balazo el ruido venia de nuestras espaldas. Me di vuelta como un rayo agazapado por las dudas y un segundo después veo un tipo que guarecido detrás de una columna de la recova de Los Gallegos, junaba para su izquierda y enseguida haciendo bocina conlas manos gritó: << Se le reventó una goma a un camión >>. Dimos por buena y suficiente la explicación y cada cual siguió en lo suyo. Pero le juro que había olor a pólvora. Después ocurrió que no lo encontraba al Leo, hasta que miré para arriba y entonces lo veo protegido en un balcón del primer piso, rodeado de macetas con plantitas y florcitas, pispiando arrodillado para el lado del ruido haciendo visera con la mano. Enseguida abrió la puerta del balcón una vieja en camisón, con ruleros y con una escoba en las manos y el Leo no tuvo más remedio que desalojar y saltó hacia la calle desde cuatro o cinco metros de altura. Cuando cayó amortiguando el choque con el piso salió caminando lo mas campante. En ese momento me puse a estudiar por donde podría haber trepado al balcón tan rápido y salvo las molduras, adornos o perfiles del frente del viejo edificio que son poco pronunciados y difíciles de pisar, no encontré manera de subir. Ahí entendí porque le gustaba caminar pegado a las paredes, es que era capaz de trepar como un gato o mejor saltar como una pulga, fue cuando como un relámpago lo bautice “El Pulga” pero después le quedó “Pulga” solo. Entonces va y me mira y yo que le pongo cara de “como hiciste para subir” y él que repasa con la vista la distancia que hay entre el balcón y el piso, se encoje de hombros y seguimos caminando. En ese momento el “Pulga” tomo conciencia de su nueva habilidad la que le abrió otra posibilidad laboral. Su primer cliente en este rubro fue don Figueroa un fletero fiestero de la zona que tal vez usted conoció, que le gustaba la jarana como a pocos, y que tenía un Rastrojero con motor Bordward nuevito modelo 65, al que la mujer de bronca le trababa por dentro la puerta del departamento en el segundo piso donde vivían, cada vez que el hombre salía solo de noche, para que no pudiera entrar a dormir. El trabajo consistía en que el “Pulga” debía trepar hasta el hogar del contratista entrar por la puerta del balcón que en verano estaba abierta, y sacar la traba de la puerta principal para que el viejo pudiera abrirla a las cinco o seis de la mañana. Asique en verano el “Pulga” cobraba casi todos los días. Pero ocurrió que la mujer cuando lo vio a Figueroa durmiendo a su lado durante cuatro o cinco días seguidos, pensó que el jovato había encontrado la forma de destrabar la puerta, y desde ese momento nunca más corrió el pasador. Pero como el hombre no sabía que la puerta estaba sin traba le seguía pagando al “Pulga” por su trabajo y así pasaron como tres años que el “Pulga” cobró por hacer nada. >>

<< ¿Y si era invierno? Con la puerta del balcón cerrada el “Pulga” no podía entrar. >> -pregunta el policía.

<< A no, don Figueroa, según decía él, se cuidaba mucho y era muy mesurado, si hacia frio no salía.

>>

FIN

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