Hoy ha vuelto a preguntar por ti

Hoy ha vuelto a preguntar por ti

—¿Qué ha sido eso?

—Las tuberías, cariño. La casa está vieja.

—¿Puedes leerme otra vez?

Él negó con la cabeza —papá tiene que irse a trabajar.

Ella se dio media vuelta y le dio la espalda mientras abrazaba a Charlie, su oso de peluche. Él se quedó sentado en silencio con la mirada fija en la niña. Se levantó del borde de la cama y apagó la luz de su mesita. Salía del cuarto cuando preguntó algo a su espalda.

—¿Dónde está mamá?

—Ya hemos hablado de esto, nena.

—La echo de menos —dijo congestionada.

—Lo sé, pero ahora estamos tú y yo solos. —El pequeño halo de luz que provenía del pasillo se fue apagando en el cuarto, dejándolo completamente a oscuras cuando cerró la puerta.

Se dirigió a su habitación. Cogió el abrigo y la caja de herramientas y abrió con llave la puerta del armario. La temperatura descendió y se puso la chaqueta mientras subía la escalerilla de metal. Cruzó el pasillo y abrió la puerta del fondo. Encendió la bombilla que colgaba del techo y dejó caer la caja de herramientas.

—Hoy ha vuelto a preguntar por ti.

La mujer que lloraba en el centro de la sala tenía espaladrapo en la boca y los ojos vendados. Estaba desnuda y atada con grilletes a una cañería. La bombilla se movía de un lado a otro iluminando su rostro a cachos.

—¿Vas a decir algo? Puedo matarla delante de ti si es lo que quieres —abrió la caja y cogió unas planchas y un mechero. Ella movía la cabeza de un lado a otro, agitando las piernas y los brazos—. Si gritas la mato —dijo mientras le quitaba el espaladrapo. Cogió algo de aire, y con la voz rota y muy ronca dijo: —dile que la quiero.

El hombre volvió a taparle la boca y comenzó a calentar las planchas.

—Tendré que mentirle otra vez mañana.

En el momento en que apretó las planchas contra sus senos, la niña que dormía en la planta de abajo creyó que las tuberías sonaban de nuevo.

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