Comunicación

Comunicación

Vicksipa

13/02/2019

Usted se mueve, o se pone de espaldas. Usted no sabe qué pasa por mi cabeza, yo tampoco por la suya.

Pero nace crece un cúmulo de ideas, de conjeturas, de irracionalidades, de miedos, de vergüenzas, de rabia.

Usted no me habla o me dice sí, ¿qué puedo pensar a partir de algo tan vasto como el silencio o el sí?
Miles de cosas. Montones.

Usted no sabe, no tiene ni idea acerca de mí, qué tanto lo quiero o lo ignoro… usted solo imagina, o intenta corroborar en actitudes, en palabras que en sí mismas no son nada.

Me pongo de espaldas: ¿qué significa?
Qué locura creer que alguien puede encontrarle un significado. Nadie lo puede conocer si tampoco me conoce a mí.

Y qué locura pensar que podemos conocernos.
Estoy entre la desdicha y la dicha de la incertidumbre que aprieta algo dentro, que obliga a caminar despacio o rapidísimo o a la quietud, pero que obliga, siempre obliga, o en el mejor y más raro de los casos libera.

Estamos de espaldas. ¿No nos vemos? O quizá sí, un poco más aún que si de verdad nos viéramos.

Estamos de espaldas, o adentro nuestro. Algo vemos, y nos reanima o nos destruye, nos abraza o nos desprecia.

Debemos usar las palabras hacia otros con el sumo cuidado de poder ser ellos. Tan complejos o tan simples como nosotros, tan frágiles o tan fuertes. Somos ellos también, siendo iguales u opuestos.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS