Perder a un hijo.

Perder a un hijo.

Edu

10/02/2019

Arturo llevaba dos meses separado y decidió hacer un viaje, a Sevilla en tren, con su hijo de cuatro años a visitar a sus padres.

La noche anterior al viaje tuvo una terrible pesadilla. Iban tranquilamente en el tren cuando de repente descarriló y vio a su hijo como volaba hasta estrellarse en las vías. Despertó muy sobresaltado y ya no podía dormir, se acercó a la habitación de su hijo para ver que estaba bien. Los sueños parecen tan reales…

Se tomó un café y esperó a que dieran las nueve para despertar a su hijo, Nico, e irse a la estación.

“Venga Nico que llegamos tarde ¡Arriba campeón!”_ Dijo Arturo levantando las persianas.

Nico se despertó con los rizos despeinados y torciendo la boca, se estiró y bajó a desayunar.

“¿Te apetece la aventura de coger el tren a Sevilla campeón”? _ Le preguntó _

“Si papi, aunque me gustaría más que viniera también mamá” _ Respondió Nico con un gracioso bigote de leche _

“Bueno hijo ya iremos todos”_ Dijo Arturo_

Salieron de casa camino a la estación, bajaron las escaleras hacia el tren y se montaron.

Nico con una gran sonrisa iba como alucinado, miraba todas las cosas, y las chicas azafatas del tren que le veían, le revolvían el pelo con la mano.

Se montaron y Arturo le dijo que esperara mientras salía a fumar un cigarro, no paraba de darle vueltas al sueño del descarrilamiento.

Al fin avisaron y subió, se sentó al lado de Nico que iba mirando un cuento. El tren echó a andar, se acomodó con su libro y le revolvió el pelo a Nico, tenía un cabello rizado, muy gracioso que apetecía revolverlo con los dedos.

A la hora de camino, el tren hizo un poco más de movimiento y Arturo se asustó “Maldito sueño” pensó, Nico le miró con la manera que tenía de torcer la boca y el padre lo observó sonriendo como si nada.

El tren hizo la parada en Córdoba, a mitad del camino, y les avisaron por los altavoces que tardarían un poco porque había un tren de mercancías justo delante con problemas.

Arturo salió a fumar, estaba nervioso por el viaje y el sueño, cogió un zumito y una caja de galletas y se las dio a Nico. “No te muevas de aquí, ahora mismo vengo», y le dio un beso en la frente. Cuando la gente vio que salía él, salieron en masa a fumar también. Pasaron quince minutos y el tren que estaba delante echó a andar, diez minutos después les avisaron para subir, enseguida seguirán el camino. Subió al tren y fue a su asiento, Nico no estaba allí. A su lado una pareja de chicos jóvenes que estaban dormidos profundamente, las demás personas del vagón venían, o bien de fuera o bien de la cafetería, y el tren echó a andar.

Nico con su zumito salió porque el padre tardaba, en ese momento el operario que mira las cámaras de la estación lo vio pero supuso que no pasaría nada. Estaba muy cansado y decidió cerrar sus ojos unos pequeños instantes. En ese momento Nico salió del tren y las demás personas entraban, se dio una vuelta y se desorientó. Anduvo por el andén, intentó entrar en la siguiente primera puerta que era la del conductor del tren, pero no pudo abrirla así que caminó un poco más y entró en el tren de mercancías.

Miró alrededor y se dio cuenta que no era ni parecido en el que estaba antes, torció la boca y le dio un sorbito a la pajita de su zumo, el tren echó a andar.

Arturo se puso nervioso y fue a hablar con los trabajadores del tren y con todo el mundo que encontraba a su paso.

“¿Han visto a un niño de cuatro años, rubio con mucho pelo rizado?_ Preguntaba Arturo gritando.

Nadie lo había visto. Arturo decidió ir a hablar con algún trabajador del tren, encontró a una azafata y le comentó la situación visiblemente asustado.

Nico gritó ¡Papá y mamá! Lo más que podía, golpeaba con sus menudos puños la puerta que tenía delante pero nadie lo escuchaba, dio un sorbo de su pajita de zumo y se comió una galleta torciendo la boca de esa manera tan graciosa. Vio una caja que parecía cómoda se metió y, agotado, como estaba se durmió.

El encargado del tren le dijo a Arturo que no podían dar marcha atrás pero que hablarían con la policía de Córdoba, los encargados de la estación y pronto lo encontrarían.

Pronto la policía buscaba por dentro y en las inmediaciones de la estación, sin frutos.

Revisaron los vídeos y vieron como Nico salía del tren para meterse en el de mercancías, debían llamar al conductor de ese tren para que parara.

Carlos, el conductor del tren de mercancías había vivido desde pequeño exclusivamente para los trenes y ese era su último viaje, lo obligaban a jubilarse. No lo podía aguantar, no podría aguantar a su mujer todos los días. Metió la mano en una bolsa que llevaba, sacó una pistola y desparramó sus sesos por las botones del control del tren.

En ese momento intentaban comunicar con él desde la estación de Córdoba sin resultado.

“¡Qué raro ¡No contesta, algo le ha debido de pasar _Comentó el director de la estación a todos los que estaban allí_.

Estaban seguros que al conductor le había ocurrido algo y el tren iba sin control, ahora dependía del juez decidir si descarrilar al tren aunque no era una fácil solución ya que vieron a Nico meterse dentro.

Al final, cerca había una vía que hacía muchos años que no se usaba y decidieron que el tren siguiera por aquella vía, ya que sin control, era un peligro para todo el tráfico ferroviario.

El tren en el que iba Arturo llegó a Sevilla y llamó a su exmujer.

“Eva he perdido a Nico “_ y le comentó la situación.

Nico iba dormido sin darse cuenta de nada pero el tren iba sin control con el conductor del mismo, tirado en el suelo con un agujero en la cabeza. Al tren lo mandaron por la vía muerta pero aquella vía no tenía el mantenimiento adecuado, de repente el tren empezó a moverse cada vez más hasta que descarriló. Nico, al descarrilar el tren salió despedido del mismo y chocó la cabeza contra un árbol.

Julio y Esther vivían con su hijo felizmente en el pueblo, hasta que un día su hijo de cuatro años fue atropellado por un coche y fallecido ese día. Esto los hundió y decidieron irse a vivir al bosque.

Julio iba andando por el bosque cuando vio descarrilar al tren, se acercó impresionado y vio un niño inerte apoyado contra un árbol.

“El tren ha descarrilado». Le dijo el director de la estación de Córdoba a la juez que tenía el caso en sus manos, Echándose las manos a la cabeza.

Mandaron diversas patrullas de Guardia Civil y trabajadores con la intención de encontrar a Nico, vivo o muerto.

La madre de Nico llegó a Sevilla y al ver a Arturo le gritó cómo lo había perdido. En ese momento les comunicaron que el tren había descarrilado.

Julio cogió a Nico con cuidado y lo llevó a su casa. Esther, su mujer estaba como siempre mirando la tele sin ver nada, con la vista perdida.

“Mira cariño he encontrado a nuestro hijo” _ Dijo Julio con el niño inerte en sus manos.

Esther quitó la vista de la tele y miró a lo que Julio tenía en las manos.

“¡Oh! Nuestro pequeño”_ Dijo Esther cogiendo y meciendo el cuerpo de Nico.

Lo metieron en una habitación y allí le cuidaban día tras día. Milagrosamente el golpe en la cabeza de Nico no fue grave.

Cuando los equipos de rescate llegaron a la zona del descarrilamiento aquello era un caos, había miles de cajas y cosas de todo tipo desparramadas por todos lados. Buscaron durante días al niño, bomberos, policía, perros, todos los esfuerzos sometidos a aquella búsqueda.

Toda España estaba pendiente de la búsqueda del pequeño Nico. Las fuerzas del estado empezaron a buscar por los alrededores del tren ya que en algún lado debía estar el cadáver.

Llegaron a la casa de Julio y Esther y llamaron.

“Buenas tardes, como sabrán hace unos días descarriló el tren y veníamos a ver si ustedes vieron algo inusual”_ Le preguntó un Guardia Civil a Julio_.

“No agente, vi el accidente y en las noticias cuentan que desapareció un niño pero no sabemos nada” _ Respondió Julio muy tranquilo.

“¿Vive usted solo?” Le interrogó el agente_

“No señor, mi mujer está dentro preparando un café, si ustedes desean uno”_ Le dijo Julio.

“No podemos caballero estamos de servicio”_ Se despidió el Guardia, echando una ojeada a la casa.

La búsqueda del niño fue en vano, los padres estaban destrozados, Julio no paraba de recordarle con sus rizos, su mueca de la boca y su zumito.

Nico perdió el conocimiento y su único recuerdo era esa familia, Julio y Esther, lo cuidaban bien pero casi no le dejaban salir. Nunca fue a la escuela, le enseñaron a leer y escribir ellos mismos.

Arturo nunca levantó cabeza, pasaron los años y no tenían noticias del cadáver del niño si quiera.

Veinte años más tarde Julio tuvo una enfermedad y murió. Esther se terminó de hundir.

Un día viendo la tele salió el caso de un niño que desapareció en un tren, en él salieron, Arturo y su ex mujer aparte de diferentes personas que participaron en el caso.

Nico tenía veinticuatro años, pero los mismos rizos y el mismo gesto torcido que hacía a veces con la boca y bebía en pajita de un zumo pequeño.

Esther, la que tantos años había sido su madre le reconoció que él era aquel niño, Nico no dio crédito pero no tenía tiempo para echarle nada en cara y salió a la búsqueda de su antigua familia.

No le fue difícil ya que salían mucho por la tele y eran muy participativos en sus redes sociales siempre con Nico.

Llegó a Madrid enseguida encontró el nombre completo del padre. En Facebook ponía su número de teléfono.

Arturo en su casa llevaba veinte años que no era persona, no se levantaba de la cama casi y le tuvieron que dar una invalidez total. Un día recibió una llamada al móvil.

“Necesito verle para comentarle algo sobre el caso de su hijo, quedamos el sábado a las doce en la estación de Méndez Álvaro, yo le reconoceré a usted no se preocupe”_ Le dijo la voz del otro lado del teléfono.

Nico salió aquel sábado, se compró un zumito pequeño e iba bebiendo de él, Arturo esperaba allí.

Un hombre se acercaba hacía él, aquel hombre tenía el pelo rizado y torcía la boca en un gesto gracioso.

FIN

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